Grandes descubrimientos

El Concepción, un galeón presa de los cazatesoros

En 1978, el explorador Burt Webber descubrió cerca de la República Dominicana los restos del Concepción, un navío español hundido en 1641

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JONATHAN BLAIR / NGS

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Chocolate a bordo

Conjunto para servir chocolate, rescatado del naufragio del Concepción.

FOTOS: JONATHAN BLAIR / NGS

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Tesoros de oro

Cadenas, pendientes y rosetas de oro con diamantes rescatadas del naufragio del Concepción.

Jonathan Blair / NGS

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El tesoro del Concepción

Un buzo recoge una de las pocas piezas de madera que aún se conservan del navío Concepción, hundido cerca de la República Dominicana en 1641.

En julio de 1641, la Flota de Nueva España partió de Veracruz en su viaje de vuelta a la Península. El convoy estaba formado por treinta naves. A la cabeza iba, como capitana, el galeón San Pedro y San Pablo; en la cola, la nave del almirante Juan de Villavicencio, el Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, un galeón de 600 toneladas que había sido construido en La Habana en 1620.

El Concepción llevaba una carga de incalculable valor: nada menos que 25 toneladas de oro y plata, así como miles de monedas de Felipe IV, correspondientes a la mayor parte de la producción de oro y plata de las minas de México y de Potosí, en Bolivia, de los últimos dos años. Además, en las bodegas iba un cargamento de porcelana china de la dinastía Ming, joyas, las pertenencias de la viuda de Hernán Cortés y el inevitable contrabando de oro y plata, que representaba, al menos, un tercio de la carga oficial.

El naufragio

Tras hacer escala en La Habana para reparar averías, la flota reanudó el viaje. Salvó con éxito el canal de Bahamas, pero a la altura de Florida los sorprendió un huracán que dio a pique con la mayoría de los barcos. El Concepción consiguió salvarse en primera instancia, pero quedó desarbolado y el fuerte oleaje lo arrastró. Finalmente, a las ocho de la tarde del 30 de octubre, el navío chocó violentamente con unos arrecifes sumergidos a 75 millas náuticas al norte de La Española (la actual República Dominicana). Por si esto fuera poco, las corrientes lo arrastraron de madrugada hasta que impactó contra otro arrecife. La tripulación, aterrada, intentó ponerse a salvo, y el almirante ordenó incluso fabricar balsas con la madera del buque, pero se produjo un motín entre sus oficiales, que intentaron reflotar la nave a la desesperada. Las cabezas de coral abrieron varios boquetes en el casco y tras varios días a la deriva, el 11 de noviembre el Concepción se partió por la popa y se hundió entre dos aristas de coral, a 15 metros de profundidad. Finalmente, de 500 tripulantes tan sólo 200 lograron salvar la vida.
La extraordinaria carga de oro y plata del Concepción hizo que de inmediato surgiera el proyecto de rescatar el tesoro hundido. El propio Villavicencio trató de organizar varias expediciones al efecto, pero la burocracia, los temporales y los piratas franceses se lo impidieron.

El primer rescate

Unas décadas después del naufragio, en 1687, William Phips, un capitán de barco de Nueva Inglaterra, conoció casualmente a un superviviente del Concepción, quien le reveló la posición del pecio a cambio de una parte del botín. Sin perder tiempo, Phips fletó dos barcos: el James and Mary, capitaneado por él, y el Henry, al mando de su amigo el capitán Francis Rogers. Con ellos se dirigió a La Española. Para engañar a las autoridades españolas permaneció en puerto con el James and Mary como si se dedicara al comercio, mientras Rogers iba en busca del pecio en el otro navío, en el que llevaba asimismo a unos indios caribes capaces de sumergirse a más de 15 metros de profundidad. La tarea no era fácil, porque al cabo de cuarenta años la madera había desaparecido y sólo gracias a los cañones pudieron localizar los restos, que se hallaban «entre tres grandes masas de coral que sobresalían con la marea baja, en el centro del arrecife». Con las riquezas que extrajo, Phips, que empezó como pastor y carpintero antes de meterse a capitán de barco, volvió a Inglaterra inmensamente rico. Tras repartir sus ganancias con la Corona, recibió el título de sir y terminó convirtiéndose en gobernador de la colonia americana de Massachusetts.

A partir de entonces, el Concepción cayó en el olvido durante casi tres siglos. Fue sólo en la década de 1960 cuando renació el interés por el malogrado navío y, más particularmente, por la carga que Phips no había rescatado. El célebre explorador oceanográfico Jacques Cousteau intentó localizarlo en 1968, pero finalmente sería un cazatesoros norteamericano, Burt Webber, quien encontrase la pista del galeón español. Webber había fracasado en la búsqueda de otros galeones españoles y estaba a punto de abandonar cuando, durante una investigación en el Archivo de Indias de Sevilla, conoció a Jack Haskins, un estudioso del Concepción que había localizado el diario de Phips. El problema era que este documento no indicaba la posición del pecio; tal información debía figurar lógicamente en el diario de Rogers, el marino que dirigió el rescate a bordo del Henry, pero su rastro se había perdido. Hasta que, en abril de 1978,Webber recibe una sorprendente carta de Peter Earle, profesor de Economía y aficionado a la historia naval. En ella, Earle le proponía escribir un libro sobre el tema y al final dejaba caer esta frase: «Dicho sea de paso, tengo el cuaderno de bitácora de Francis Rogers». La suerte volvía a sonreír a los cazatesoros.

Cuando Webber leyó el diario de Rogers, su imaginación se inflamó. El capitán describía la posición del pecio con todo lujo de detalles y no dudaba en calificarlo como «el barco más rico que jamás zarpó de las Indias». Por si fuera poco, la relación de lo recuperado en 1687 dejaba claro que, sin contar con la carga no declarada, aún permanecía en el fondo más de la mitad de las riquezas transportadas por el galeón.

Botín de ensueño

Webber se aprestó, pues, a organizar una expedición de rescate. Llegó a un acuerdo con las autoridades dominicanas por el que éstas se quedarían con las piezas de valor histórico y él cobraría en monedas hasta un cincuenta por ciento de lo rescatado. Los trabajos se desarrollaron con celeridad y permitieron recuperar cerca de 60.000 monedas, joyas, cadenas de oro, instrumentos de navegación y objetos curiosos como un baúl con un doble fondo donde se escondían monedas de contrabando. La operación fue un éxito económico, pero también un desastre para la arqueología marítima, pues Webber no siguió ningún tipo de metodología ni registro científico y destrozó el yacimiento.

Desde entonces, el Concepción sigue siendo excavado por la empresa de Burt Webber y otros cazatesoros, como Tracy Bowden. El objetivo está puesto ahora en el cargamento de cerámica de la dinastía Ming y en las monedas que aún permanecen en el fondo. Nadie sabe con exactitud la cuantía de lo transportado en las bodegas; sin embargo se calcula que, entre el censo oficial y el contrabando, el valor total de la carga asciende a cien millones de euros. La leyenda que aseguraba que las bodegas del Concepción no eran capaces de contener sus riquezas parece mantenerse viva casi cuatro siglos después de la aciaga jornada en que naufragó.

Para saber más

Buceando en el pasado. Carlos León Amores. Espasa, Madrid, 2009.