Un colgante de jade ofrece indicios sobre el colapso de la civilización maya

La joya descubierta en Belice estaría relacionada con el dios del viento, quien probablemente fue invocado por el rey maya para paliar la sequía que azotaba la región

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Foto: Courtesy Geoffrey Braswell / UC San Diego

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Colgante de jade

El colgante de jade tiene forma de "T" y treinta jeroglíficos mayas en su parte posterior.

Foto: Courtesy Geoffrey Braswell / UC San Diego

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Relieve maya

Relieve de Nim Li Punit en el que aparece un rey maya luciendo un colgante mientras desprende incienso.

Foto: Courtesy Geoffrey Braswell / UC San Diego

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Nim Li Punit

El sitio arqueológico de Nim Li Punit, donde se excavó la tumba que contenía el colgante, está situado en el sur de Belice.

Foto: Courtesy Geoffrey Braswell / UC San Diego

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Objetos funerarios

El colgante de jade fue hallado junto a otros objetos funerarios: 25 recipientes de cerámica y una piedra tallada que representa a una deidad.

Foto: Courtesy Geoffrey Braswell / UC San Diego

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Equipo arqueológico

Geoffrey Braswell aparece con camisa de cuadros junto a los estudiantes Maya Azarova y Mario Borrero.

El Banco Central de Belice conserva este colgante de jade de época maya, enterrado alrededor del año 800 d.C. y descubierto en 2015 en una tumba de Nim Li Punit, un sitio arqueológico situado en el sur de Belice. Un rey maya lució la joya sobre su pecho durante las ceremonias religiosas más importantes, según explica en un comunicado la Universidad de California en San Diego. Geoffrey Braswell, de dicha universidad, dirigió las excavaciones que propiciaron el descubrimiento. Una inscripción en la parte posterior de la joya indica que fue utilizada por primera vez en un ritual celebrado el año 672 d.C., según afirma Braswell. Dos relieves de Nim Li Punit, fechados en el 721 y el 731 d.C., corroboran su uso: un rey maya luce el colgante mientras desprende incienso. ¿Por qué fue enterrado en el año 800 en una tumba semivacía, que contenía un par de dientes humanos y otros objetos funerarios? El colgante no era una baratija y, según Braswell, "su poder y su magia eran inmensos".

El colgante de jade tiene forma de "T" y, de hecho, la forma de esta letra aparece tallada en la parte anterior del mismo: corresponde al glifo "ik", asociado con el viento y con el aliento. También fue enterrado bajo una plataforma con una curiosa forma de "T" y uno de los objetos funerarios que había en su interior, un recipiente que muestra un rostro con un pico en vez de una boca, probablemente representa al dios maya del viento. Los treinta jeroglíficos de la parte posterior aluden al primer propietario de la joya, que la utilizó en el año 672 d.C. ¿Por qué tenía tanto valor esta pieza? Porque el viento era vital para los mayas, pues traía las lluvias monzónicas anuales con las que crecían los cultivos. Y los reyes mayas, como representantes de la divinidad, efectuaban los rituales correspondientes del calendario sagrado, quemando y esparciendo incienso para atraer las preciadas lluvias. "Una teoría reciente sugiere que un cambio climático causó sequías que condujeron a un fracaso generalizado de la agricultura y al colapso de la civilización maya", comenta Braswell. "La tumba de Nim Li Punit, dedicada al dios del viento en una época de crisis, respalda esta teoría, que debería de advertirnos sobre los peligros del cambio climático", destaca.

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Los jeroglíficos también mencionan al rey Janaab' Ohl K'inich, para quien fue realizada la joya, y a su linaje: su madre, según sugiere el texto, provenía de Cahal Pech, un sitio lejano en el oeste de Belice; y su padre, quien murió antes de cumplir los veinte años de edad, puede que proviniera de algún sitio de Guatemala. Describen, además, los ritos de acceso que efectuó el rey en el año 647 y un pasaje final posiblemente lo relaciona con la poderosa e inmensa ciudad maya de Carcol, situada en Belice.