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Cleopatra (69-30 a.C.) ocupó el trono de Egipto a los 18 años de edad. Mucho se ha escrito sobre su atractivo irresistible, fruto de una intensa educación y de su presunta belleza. Cleopatra sentía una fascinación especial por los gatos, el animal más sagrado de la cultura egipcia, y cuenta la leyenda que su propio gato le servía de inspiración para la pintura de sus ojos: imitaba sus líneas sinuosas y oscuras, emulando esa mirada felina y seductora. Cleopatra fue una persona culta, la única de la dinastía ptolemaica que aprendió la lengua egipcia. La joven faraona amaba la historia de su país y por eso se granjeó el reconocimiento de sus súbditos egipcios. Todo lo contrario que su padre, Ptolomeo XII, famoso por su afición a fiestas y banquetes, quien se ganó el sobrenombre de Auletes, "el flautista". Ptolomeo XII gestionó el país de manera desastrosa y fue expulsado por los alejandrinos.
La última representante de la dinastía ptolemaica, célebre también por sus amores con Julio César y Marco Antonio, ha alcanzado la categoría de mito. Fue hija de una época fascinante y convulsa, los últimos años de un Egipto amenazado por el imperialismo de Roma, y habitó un escenario, Alejandría, con una doble identidad griega y egipcia. La exposición Cleopatra y la fascinación de Egipto, del 3 de diciembre de 2015 al 8 de mayo de 2016 en la sala Arte Canal de Madrid, captura la esencia de la última reina del Antiguo Egipto, denostada o malinterpretada por los cronistas romanos y mitificada por literatos, pintores, dramaturgos y cineastas. "La edad no podrá marchitarla ni la rutina helará sus encantos", expresó Shakespeare en Antonio y Cleopatra.
La exposición, comisariada por los profesores Giovanni Gentili y Martín Almagro-Gorbea, busca acercar al visitante no sólo al mito, sino también a la figura real y al momento que le tocó vivir. Cleopatra merece ser reivindicada por su faceta política por encima incluso de la amorosa: gobernó por sí sola un reino en circunstancias extremadamente complejas y aspiró a construir un imperio utilizando para ello a los hombres más poderosos de su tiempo. La muestra reúne más de 400 piezas arqueológicas, procedentes de ochenta museos y de colecciones españolas e internacionales. Entre ellas se puede contemplar un ataúd antropomorfo de comienzos del siglo IV a.C., procedente del Museo de Antropología de la Universidad de Padua; un retrato de Cleopatra pintado por John William Waterhouse en 1887; la cabeza-retrato de Cleopatra VII de mediados del siglo I a.C., cedida por el Museo del Louvre; y parte del vestuario utilizado por Elizabeth Taylor en la película Cleopatra, de Joseph L. Mankiewicz y estrenada en 1963.