Secta violenta

China en llamas: la gran rebelión de los taiping

Entre 1851 y 1864, Hong Xiuquan, un campesino y estudiante fracasado, se alzó contra el Imperio Qing con el objetivo de instaurar el Reino de Dios en nombre del cristianismo

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FOTO: Sothebys / Aurimages

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Batalla de Ruizhou

En esta batalla los rebeldes taiping fueron aplastados por el ejército imperial. Pintura sobre seda perteneciente a una serie de veinte que recrea las victorias Qing sobre los taiping. Lo que había empezado como una pequeña revuelta local en el sur de China se transformó rápidamente en una rebelión a escala imperial que puso en evidencia la incapacidad de la administración Qing para controlar el país.

FOTO: Dagli Orti / Aurimages

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Asedio de Tianjin por las tropas imperiales de la dinastía Qing en 1864. Pintura china del siglo XIX

Las tropas imperiales consiguieron poner cerco a su capital, Tianjin, pero la resistencia de los rebeldes y el estallido de la segunda guerra del opio entre la China Qing e Inglaterra y Francia impidieron que el gobierno imperial pudiera sofocar la rebelión.

FOTO: Dukai Photographer / Getty Images

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Templo Jiming

Ubicado en la ciudad de Nankín, se trata de uno de los santuarios budistas más antiguos de la que fue la capital taiping durante los años de la revuelta. 

FOTO: George Brice / Alamy / ACI

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Hong Xiuquan. Estatua de bronce del líder revolucionario en Nankín

Hong Xiuquan creía que Dios le había encargado instaurar el Reino de Dios en la Tierra. El líder de la revuelta, Hong Xiuquan, procedía de una familia de campesinos de la etnia hakka, que habitaba el norte de Cantón, en el sureste del país. Desde su niñez, Xiuquan fue testigo de las penurias económicas y la exclusión social a la que los suyos se veían sometidos. 

FOTO: AKG / Album

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Zeng Guofan forografiado en su vejez

Zeng Guofan alcanzó la cúspide de su carrera militar tras su decisivo papel en la derrota de los taiping en 1864. Recompensado con el puesto de gobernador de las provincias de Jiangnan y Jiangxi, un año más tarde volvió a ponerse al frente del ejército para acabar con otra rebelión: la de los Nian.

FOTO: British Museum / Scala, Firenze

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Moneda de cobre de los taiping. Museo Británico, Londres

Sociedad igualitaria

En territorio taiping se estableció un régimen teocrático y militarizado que hizo muchas reformas: abolió la propiedad privada y las clases sociales, estableció la igualdad de sexos, prohibió atrofiar los pies a las mujeres, la poligamia y el concubinato...

FOTO: Alamy / ACI

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Viviendas tradicionales "hakka" en Hekken, en la provincia china de Fujian

Los hakka, un pueblo sometido

"Sin chinos dejaría de existir el mundo; sin hakkas dejaría de existir China". Este dicho hace referencia a la importancia que en la historia china tuvieron los hakka, la etnia del líder taiping y que sufría la discriminación de la mayoría han. Originarios del norte, a partir del siglo III se establecieron en el sureste, en las provincias de Guandong, Jinagxi y Fujian. Hoy, unos 60 millones de personas pertenecen a esta etnia.

FOTO: Bridgeman / ACI

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Muerte de un occidental

Frederick Townsend Ward fue un militar mercenario estadounidense que luchó contra los taiping y en favor de la dinastía Qing. Esta litografía recrea el momento de su muerte, el 20 de agosto de 1862, durante la batalla de Tzeki. Ward recibió un disparo en el abdomen que le causó la muerte horas después.

El 19 de julio de 1864, las tropas del Imperio Qing, al mando del general Zeng Guofan, consiguieron recuperar Nankín, la ciudad que los rebeldes taiping habían convertido en su capital hacía trece años. Tras la conquista, cerca de cien mil rebeldes fueron ejecutados. Ello puso fin a una sangrienta guerra civil que se cobró, según algunas estimaciones, entre veinte y treinta millones de víctimas. La rebelión había evidenciado la gravísima crisis que atravesaba China a mediados del siglo XIX, desbordada por el colapso económico y por la corrupción. Lo que había empezado como una pequeña revuelta local en el sur de China se transformó rápidamente en una rebelión a escala imperial que puso en evidencia la incapacidad de la administración Qing para controlar el país. La rebelión Taiping mostró asimismo la profunda influencia que las nuevas ideas venidas desde Occidente empezaban a tener en China y su potencial para cambiarla por completo.

La rebelión había evidenciado la gravísima crisis que atravesaba China a mediados del siglo XIX

El líder de la revuelta, Hong Xiuquan, procedía de una familia de campesinos de la etnia hakka, que habitaba el norte de Cantón, en el sureste del país. Desde su niñez, Xiuquan fue testigo de las penurias económicas y la exclusión social a la que los suyos se veían sometidos, ya que era uno de los grupos sociales más empobrecidos y desprotegidos del Imperio. Su padre, Hong Jingyang, consciente de que la carrera administrativa era lo único que podía asegurar un futuro próspero a su hijo, hizo grandes sacrificios para dar a Xiuquan una educación que le permitiese presentarse a los exámenes imperiales para acceder al prestigioso cuerpo de funcionarios del Estado. Hong Xiuquan se preparó para las pruebas, llegando a realizarlas, sin éxito, hasta en cuatro ocasiones. La extrema dificultad de estos exámenes, unida a la rampante corrupción que impregnaba la administración Qing, hizo que Xiuquan pasara a engrosar la lista de miles de jóvenes que nunca lograron superar las pruebas.

Sin embargo, los repetidos intentos de Hong Xiuquan para aprobar los exámenes fueron trascendentales en la evolución de su carácter y plantaron la semilla de la futura rebelión.

El segundo Hijo de Dios

Durante su estancia en Cantón en 1836, Xiuquan conoció a algunos misioneros protestantes estadounidenses, como Edwin Stevens, y tuvo acceso a las primeras traducciones parciales de la Biblia, hechas por Liang Fa, un chino convertido al protestantismo. Al año siguiente, Xiuquan volvió a probar suerte en los exámenes, pero el agotamiento causado por las intensas jornadas de estudio y la decepción por el nuevo fracaso le hicieron enfermar. Durante varios días sufrió una intensa fiebre y, según su propio testimonio, en sus delirios febriles vio cómo Dios reprendía a Confucio y a Jesucristo por haber fallado en su misión de instaurar el Reino de Dios en la Tierra; tras ello, Dios reveló a Xiuquan que él era su segundo hijo y le ordenó terminar la obra que los dos anteriores no fueron capaces de llevar a cabo.

Xiuquan aún hizo un último intento por pasar los exámenes en 1843. Tras su nuevo fracaso, recordó las visiones que había tenido años atrás y decidió volver a casa para dedicarse por completo a la misión de evangelizar China e instaurar el Reino de Dios en el país, con él como nuevo Mesías.

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Puerta de Taihemen de la Armonía Suprema, en la Ciudad Prohibida de Pekín.

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De regreso a su pueblo natal, Hong Xiuquan comenzó a predicar su particular visión del cristianismo entre su círculo más cercano, y ganó para su causa a personajes que resultarían cruciales en el posterior desarrollo de la rebelión, como su primo Hong Rengan. Sin embargo, pronto se hizo evidente que la región daba pocas oportunidades para una propagación rápida del nuevo credo, por lo que Xiuquan y Rengan decidieron desplazarse al oeste, cerca de la ciudad de Guiping, en la provincia de Guangxi,
para ejercer allí su apostolado. Esta decisión resultó ser un acierto, ya que en esa zona vivía una gran comunidad hakka, y la situación de abandono por parte de la administración imperial la había convertido en una de las zonas más inseguras y violentas de China, lo que propició que muchos buscasen refugio en la nueva congregación.

En los años siguientes, el credo taiping se expandió rápidamente por la provincia, atrayendo a una gran mayoría de miembros de la minoría hakka y también a otros colectivos desfavorecidos, como mineros o carboneros, e incluso disidentes políticos, como organizaciones secretas antimanchúes. En pocos años, el movimiento alcanzó cerca de 20.000 fieles, que se congregaron en una comuna de carácter colectivista en la aldea de Jintian, donde el 11 de enero de 1851 se proclamó la fundación del Reino Celestial de la Gran Paz (Taiping, en chino tradicional), con Hong Xiuquan como líder teocrático. Desde entonces, el movimiento taiping también comenzó a demostrar fortaleza militar. Se implantó un sistema en el que todos los miembros de la secta se convertían de facto en soldados del Reino, independientemente de su origen, extracción social e incluso sexo. De este modo, el movimiento llegó a rivalizar con las autoridades imperiales en el control de la provincia, tras ocupar algunas de sus principales plazas.

Los taiping crearon una especie de reino itinerante, sustentado por el saqueo de las zonas rurales

Sin embargo, tras los fallidos intentos de conquistar Guilin, la capital de la provincia de Guangxi, Xiuquan y el resto de los líderes taiping constataron que sus expectativas de crecimiento dependían de una continua expansión por la fuerza, que no podían materializar en la región, por lo que la abandonaron a mediados de 1852.

En un principio, las fuerzas del Reino Celestial tantearon sus opciones en las provincias cercanas, progresando hacia el noreste a través de las provincias de Hunan y de Jiangxi, incluso hasta llegar a Fujian. En el proceso, los taiping crearon una especie de reino itinerante, sustentado por el saqueo de las zonas rurales y la absorción de sus poblaciones para la causa. De este modo, el número de integrantes del movimiento siguió creciendo rápidamente conforme los taiping se expandían hacia la cuenca del río Yangtsé.

El Reino Celestial

En marzo de 1853, los taiping lograron tomar Nankín. El movimiento alcanzó entonces los dos millones de acólitos y se convirtió en la primera rebelión que lograba poner en cuestión la capacidad de la dinastía Qing para controlar el país.

El abultado número de seguidores con que contaba el movimiento tras la conquista de Nankín requería un gran esfuerzo administrativo y logístico, lo que hacía inviable la estrategia itinerante que se había venido aplicando hasta entonces. Por ello, Xiuquan decidió convertir Nankín en su capital permanente y cambió su nombre por Tianjin, "la capital del cielo". Desde allí planificaría la conquista del Imperio Qing.

En la primavera de 1855 la expedición comenzó a replegarse hacia el sur en busca de refuerzos

Para lograrlo, se reclutaron varios ejércitos con los que enfrentarse a distintos objetivos estratégicos. Su empresa más ambiciosa fue la llamada "expedición al norte", cuyo propósito era la conquista de Pekín. Ésta partió de Tianjin en mayo de 1853, siguiendo la tradicional estrategia de movimiento constante y proselitismo del credo taiping. Sin embargo, una vez llegaron a la cuenca del río Amarillo, los taiping se vieron incapaces de conseguir más adeptos, a causa sobre todo de la falta de comprensión mutua entre quienes hablaban dialectos del sur y del norte de China, lo que hacía imposible la evangelización de las poblaciones rurales norteñas. Esto, unido a algunas torpes decisiones estratégicas tomadas durante la campaña, acabó por desgastar el impulso inicial de la expedición, que en la primavera de 1855 comenzó a replegarse hacia el sur en busca de refuerzos. Pero las tropas imperiales bloquearon su retirada en la ciudad de Lianzhen. Allí rompieron los diques del Gran Canal para inundar el campamento de los taiping e impedir que la capital, Pekín, fuera conquistada.

Luchas por el poder

El fracaso de la expedición hacia el norte parecía augurar la caída del Reino Celestial. Las tropas imperiales consiguieron poner cerco a su capital, Tianjin, pero la resistencia de los rebeldes y el estallido de la segunda guerra del opio entre la China Qing e Inglaterra y Francia impidieron que el gobierno imperial pudiera sofocar la rebelión. A pesar de ello, la política interna de la corte de Tianjin se volvió cada vez más convulsa. El deteriorado estado mental de Hong Xiuquan propició que otros líderes del movimiento, como Yang Xiuqing o Wei Changhui, le disputasen el poder, lo que derivó en una violenta purga en otoño del año 1856.

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La inestabilidad política en el Reino del Cielo continuó hasta 1859, cuando Hong Rengan, primo del rey celestial, que había pasado la mayor parte de esos años en Cantón formándose con misioneros extranjeros, tomó el poder efectivo del Reino del Cielo. Rengan se propuso modernizar el país tomando como modelo el capitalismo extranjero, además de reformar la educación con escuelas modernas, prohibir la prostitución, la venta de esclavos y el opio. Abrió también China al comercio con los extranjeros y estableció un eficiente control militar del flujo comercial a través del río Yangtsé, lo que hizo posible la supervivencia de los taiping durante algunos años más.

El fin de la rebelión

Pese a las avanzadas políticas que quería implementar Rengan, la suerte del Reino Celestial quedó sentenciada tras la derrota del Imperio Qing en la segunda guerra del opio, en 1860, que propició una alianza internacional contra los rebeldes. En efecto, los taiping suponían un creciente problema para los intereses europeos en China, dados sus frecuentes –aunque infructuosos– intentos de conquistar Shanghái, que era el centro neurálgico de la presencia occidental en el país. En este nuevo clima político, la mayor colaboración entre las potencias occidentales y los gobernantes Qing permitió que algunos de los más influyentes líderes militares, como Zeng Guofan o Li Hongzhang, empezasen a modernizar el ejército imperial a la vez que las autoridades coloniales europeas en la región se involucraron activamente en la guerra contra los taiping, llegando a crear sus propios ejércitos para combatir a los rebeldes.

Hong Xiuquan se derrumbó por completo, y en junio de 1864 se suicidó ingiriendo unas hierbas venenosas

Esta colaboración dio sus frutos, y tras cuatro largos años de asedio, Tianjin estaba a punto de caer. Ante lo desesperado de la situación, Hong Xiuquan se derrumbó por completo, y en junio de 1864 se suicidó ingiriendo unas hierbas venenosas. Tan sólo un mes después, las fuerzas imperiales entraban victoriosas en la recuperada Nankín. Los restos del líder de la rebelión, Xiuquan, fueron desenterrados y quemados, y sus cenizas, esparcidas al viento para que su espíritu no obtuviera jamás reposo, de acuerdo con la práctica tradicional que se seguía con los condenados por alta traición. El último reducto de los taiping sería sometido en 1871. China hizo, así, su entrada en el mundo moderno. Y el alto coste en vidas humanas de la rebelión Taiping se ha convertido en un ejemplo del alto precio que tuvo que pagar por ello.