Obra espectacular

La catedral de león: La luz del gótico en el camino de Santiago

Construida gracias a un enérgico obispo y al apoyo de Alfonso x el sabio, la catedral de León refleja el momento de auge económico y apertura cultural que vivió la corona de Castilla en el siglo XIII.

iStock 1364096793

iStock 1364096793

La catedral de León se ajusta a una planta clásica de tres naves que se convierten en cinco a partir del transepto, con el objetivo de acoger en esa zona a los peregrinos del Camino.  

iStock

Toledo la Rica, Oviedo la Santa, Salamanca la Fuerte, León la Bella: así se refería un antiguo proverbio a las cuatro principales catedrales de la Corona de Castilla en la Edad Media. Una destacaba por sus inmensas propiedades, otra por su vinculación con la Reconquista, la tercera por su mole, mientras que la de León brillaba por la elegancia y gracia de sus proporciones. 

En efecto, la catedral leonesa, la Pulchra Leonina, es el ejemplo más acabado de la adopción en España del arte gótico francés, y ha sido siempre objeto de admiración por su estructura casi flotante, con los muros sustituidos por inmensos ventanales vidriados. Como escribía Manuel Risco con el típico estilo de un erudito del siglo XVIII: «El artífice que la fabricó fue único en su arte… Y es cosa que espanta ver en él tanta singularidad de ingenio y de atrevimiento, pues osó poner en ejecución una obra que los presentes la temen y se espantan de que se sustente y tenga en pie».

La construcción de Santa María de Regla fue consecuencia del auge del camino de Santiago. En el siglo XIII, en toda la Cristiandad latina ninguna ruta de peregrinación era más concurrida que la que conducía desde los pasos de los Pirineos a Compostela, ni distribuía mayor riqueza. Fueron años de acelerado crecimiento de las ciudades atravesadas por el Camino y, al mismo tiempo, de plena apertura a las influencias culturales y artísticas del exterior, transmitidas por negociantes y mercaderes así como por las nuevas órdenes mendicantes, de franciscanos y dominicos, que se establecieron a lo largo del Camino. La arquitectura gótica constituyó la máxima expresión del impulso renovador que se vivió en esos decenios.

iStock

iStock

Fachada sur de la catedral. Consta de tres pórticos realizados entre 1265 y 1275. En su actual forma responde a la restauración de Matías Laviña en el siglo XIX, quien añadió el hastial neogótico.

iStock

La expansión del estilo gótico se debió también al apoyo de la monarquía castellana. Fernando III, que en 1230 unió Castilla y León bajo una sola Corona y que protagonizó las grandes conquistas en Andalucía, se veía a sí mismo ante todo como un servidor de la Iglesia; no en vano fue considerado un santo, como su contemporáneo Luis IX de Francia. Por ello impulsó la construcción de grandes catedrales góticas, ofreciendo tierras a las diócesis y generosos donativos para la salvación de su alma y de su numerosa familia.

Lo mismo hicieron los obispos y prelados que rodeaban el trono castellano y que disponían de enormes rentas derivadas del control de ferias y mercados así como de los diezmos y primicias eclesiásticas. La primera gran construcción gótica de esos años fue la catedral de Burgos, iniciada en 1221 con recursos procedentes de las conquistas en el Guadalquivir. León la seguiría poco después.

La moda del gótico llega a León

La capital del reino leonés es un ejemplo de la furia constructiva que se adueñó de la sociedad del siglo XIII, una época en la que, como decía el cronista Lucas de Tuy,  «las iglesias se demolían para hacer otras mejores». La ciudad contaba con una catedral románica relativamente nueva, construida por la infanta Urraca durante el reinado de Alfonso VI, en el siglo XI, sobre un edificio mozárabe anterior, que a su vez se alzó sobre unas termas romanas. Pero hacia 1205 se sabe que habían finalizado ya los trabajos de demolición del edificio románico para dar paso a un nuevo templo gótico. La cabecera de la catedral entró en uso durante el primer tercio del siglo XIII, mientras se seguía trabajando en algunas capillas. 

iStock

iStock

El alzado de la catedral se compone de un nivel inferior con arcos formeros, un triforio o corredor, y el claristorio, serie de vidrieras que iluminan el interior del templo.

iStock

Sin embargo, no fue hasta 1255 cuando comenzó la obra definitiva, bajo el patronazgo del obispo Martín Fernández. Gran gestor y organizador, el prelado pactó con las autoridades eclesiásticas y la monarquía para obtener el necesario apoyo financiero. El papado concedió diversas rentas para «terminar la fábrica de la catedral», e incluso un concilio celebrado en Lyon en 1274 otorgó indulgencias a quienes contribuyeran a la «suntuosa fábrica leonesa».

El rey Alfonso X el Sabio, por su parte, dedicó en 1258 una renta de 500 maravedíes anuales a la construcción de nuevas capillas, la de Santiago y la de San Clemente, y estaba tan pendiente de los trabajos  que en 1266 ordenó investigar las querellas entre el cabildo de la catedral y el concejo de la ciudad, que ralentizaban las obras. 

El genio del maestro Enrique

Se conocen los nombres de algunos de los responsables de la construcción de la catedral de León. Uno fue el maestro Enrique, de origen francés, que trabajaba al mismo tiempo en las obras de la catedral de Burgos. Como director de los trabajos se menciona al maestro Simón, que coordinaba con destreza a grandes «operarios de masonería». A su muerte, en 1277, el maestro Enrique fue sucedido por el maestro Juan Pérez. La participación de arquitectos y artesanos franceses explica la profunda influencia de los modelos de más allá de los Pirineos. 

iStock 1401497234

iStock 1401497234

Fachada occidental. Es la fachada principal. Consta de un triple pórtico ojival sobre el que se abre un gran rosetón con vidrieras. La flanquean dos torres góticas, de 65 y 68 metros.

iStock

La planta de la catedral leonesa, con tres naves con girola y un amplio crucero, sigue el modelo de la de Reims, aunque es un tercio más pequeña, mientras que la fachada principal, con sus dos imponentes torres, evoca a la catedral de Chartres. La apertura casi total de los muros laterales de la nave central, que dan lugar a altísimos ventanales cubiertos con vidrieras, corresponde al estilo gótico rayonnant, o «radiante», que triunfaba entonces en Francia.

Como ha escrito un estudioso: «La catedral de León es la única iglesia hispana donde la arquitectura ha sido reducida al esqueleto estructural y los muros de piedra han sido totalmente sustituidos por pantallas vítreas». 

El desafío de la restauración

Aunque en 1302 el obispo Gonzalo Osorio dio la catedral por concluida y abrió la puerta a los fieles, las obras continuaron. Hacia 1445, el maestro Jusquin retomó los trabajos y, siguiendo el nuevo modelo estilístico del gótico flamígero, remató las torres, alzó capillas y terminó el claustro.

0104871 H

0104871 H

Alfonso X el Sabio. Detalle de las Cantigas de Santa María. siglo XIII. Real Biblioteca de El Escorial.

Wikimedia Commons

En torno a 1500 se documentan nuevas intervenciones en el mismo estilo gótico flamígero, como la librería capitular (conocida como capilla de la Virgen del Camino de Santiago) o la puerta del Cardo, atribuida al maestro Juan de Badajoz el Viejo, cuyo hijo erigió una sacristía en estilo plateresco. El Renacimiento y el Barroco también dejaron su impronta en la catedral, como en la gran cúpula que se alza sobre el crucero, construida a mediados del siglo XVII. 

iStock

iStock

El altísimo crucero de la catedral de León se cierra en una espectacular bóveda cuatripartita, cuyos nervios se transforman en unas finas columnas adosadas que bajan hasta el suelo.

iStock

Para entonces se había hecho evidente la fragilidad constructiva del edificio. Al asentarse sobre las antiguas termas romanas, sus cimientos eran muy frágiles, y además se usó una piedra de poca calidad que volvía la catedral muy sensible a los cambios meteorológicos. A mediados del siglo XIX, la situación era alarmante. Finalmente, en la década de 1870, se puso en marcha una restauración integral, dirigida sucesivamente por Juan de Madrazo y Demetrio de los Ríos, quienes, además de afianzar la estructura de la catedral, se esforzaron apasionadamente por devolver al edificio su forma gótica originaria.