Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
Actualizado a
· Lectura:
Entre 1649 y 1660, Gran Bretaña vivió un experimento de gobierno republicano liderado por Oliver Cromwell y posteriormente por su hijo Richard. Este periodo, conocido como la Mancomunidad o Commonwealth (literalmente, “riqueza común”), se inserta entre el reinado de dos monarcas llamados Carlos, los únicos que han llevado este nombre antes del actual soberano del Reino Unido. Y no fue para ninguno de ellos una época placentera.
Carlos I, el “rey tirano”
Carlos I se convirtió en rey en 1625, a los 25 años, tras la muerte de su padre Jacobo I. Ya desde el principio tuvo problemas con el Parlamento, que no aprobaba su matrimonio con la princesa Enriqueta María de Francia (hermana del rey francés Luis XIII) porque temía que ella le indujera a conceder mayores derechos a los católicos.
Esta oposición con el Parlamento se mantuvo durante todo su reinado, principalmente por cuestiones económicas, ya que el organismo debía aprobar el presupuesto solicitado por el rey para sus proyectos: así, por ejemplo, redujo la cantidad que Carlos pedía para emprender la guerra contra España, lo que resultó en un fracaso militar en su primer año de reinado que menoscabó su prestigio desde el principio. La historia se repitió dos años después contra Francia.

Carlos I retratado por Daniel Mytens
Carlos I retratado por Daniel Mytens
Foto: National Portrait Gallery
Los continuos conflictos con el Parlamento llevaron a Carlos a no abrir la sesión en 1629 y durante los once años siguientes gobernó de forma absolutista, algo que estrictamente no era ilegal ya que entraba dentro de sus derechos el decidir o no convocar dicho organismo. Sin embargo el rey empezó a abusar de su poder, especialmente a la hora de establecer nuevos impuestos para financiar sus proyectos (algunos enteramente personales, como el coleccionismo de obras de arte).
Finalmente, en 1642 estalló una guerra civil que terminó con la captura de Carlos. En enero 1649 la Cámara de los Comunes (una de las dos que conforman el Parlamento inglés, cuyos miembros son elegidos por sufragio) convocó un juicio exprés contra el rey, que fue declarado culpable de alta traición entre otros graves cargos y decapitado pocos días después, el 30 de enero.
Carlos II, el último rey católico
A la ejecución del rey siguió un periodo republicano de once años, llamado la Mancomunidad de Inglaterra o Commonwealth. Aunque bajo el liderazgo de Oliver Cromwell pareció que este nuevo sistema podía tener futuro, su hijo Richard no estaba hecho para el poder y la situación política derivó rápidamente en una gran inestabilidad, por lo que se decidió restaurar la monarquía en la persona de Carlos II, hijo del anterior monarca. Este era ya rey de Escocia desde la muerte de su padre, ya que la Mancomunidad no incluía a Escocia. En 1660 fue coronado también rey de Inglaterra e Irlanda, reuniendo de nuevo a los diversos reinos bajo su mando.
Carlos II tomó buena nota de la actitud que había llevado a su padre al fracaso y procuró tener una buena relación con el Parlamento, aboliendo las reformas más polémicas de su padre y dando su total apoyo a la Iglesia de Inglaterra; a cambio, obtuvo un holgado presupuesto anual para llevar a cabo sus iniciativas, sin necesidad de tener que pedir fondos en cada ocasión individual. Pero esta armonía duró apenas una década, ya que las numerosas guerras emprendidas por el rey y su política exterior (como la alianza secreta con la Francia católica) llevaron al Parlamento a retirarle su apoyo.

Carlos II retratado por Peter Lely
Carlos II retratado por Peter Lely
Foto: Euston Hall & Belton House
En 1679, llegó el conflicto final de Carlos II con el Parlamento. Esta vez se trataba de la sucesión al trono, puesto que las cámaras temían que la corona fuese a parar a su hermano Jacobo, que se había convertido al catolicismo. Finalmente Carlos decidió, como había hecho su padre, gobernar sin Parlamento durante el resto de su reinado, hasta su muerte en 1685. La corona pasó, como los parlamentarios habían temido, a su hermano, que fue coronado como Jacobo II. Esta fue la última vez que un monarca católico gobernó Inglaterra.
Como curiosidad, Diana de Gales, la primera esposa del actual rey Carlos III, descendía de Carlos II. Así pues, si el actual heredero al trono, el príncipe Guillermo, llega a convertirse en monarca, será el primer descendiente de los reyes Carlos en reinar en Inglaterra durante más de 300 años. Con él regresaría también un heredero de sangre de dos de las grandes casas que han gobernado en Inglaterra, los Tudor y los Estuardo, a las que pertenecían los antepasados de Diana.
YA DISPONIBLE EL NÚMERO ESPECIAL DE NATIONAL GEOGRAPHIC SOBRE LA HISTORIA DE LA REINA ISABEL II DEL REINO UNIDO