El mandarín es la primera lengua de más de 898 millones de personas, según el anuario List of languages by number of native speakers, lo que lo convierte en el idioma con mayor número de hablantes nativos. Además de la República Popular de China, es oficial en Taiwan y en Singapur, así como en las Naciones Unidas, que declaró el 20 de abril como el Día de la Lengua China en honor a Cang Jie, la figura mitológica a la que se atribuye la creación de la escritura china.
La leyenda de Cang jie (仓颉) se remonta a más de 5.000 años atrás. Este ministro de Emperador Amarillo inventó un nuevo método de escritura que mejorara el método usado hasta la fecha, basado en el registro de la información basado en nudos de cuerdas.
Después de numerosos intentos y fracasos, Cang jie dio con la manera de transmitir el significado en símbolos: fijándose en la naturaleza. Según la leyenda, observó detenidamente el caparazón de una tortuga y descubrió un a serie de patrones a los que atribuyó un significado. El estudio intenso del mundo natural lo llevó a desarrollar un sistema de ideogramas cada vez más complejo con el que representar el mundo que nos rodea.
La capacidad de Cang Jie, a quien la leyenda atribuye “cuatro ojos capaces de perfoar en las profundidades de los misterios más profundos para descubrir la verdad”, lo convirtió en la encarnación de la sabiduría en la Tierra.
De la escritura de caparazón a la actualidad
Aunque no existe ninguna prueba de las las primeras formas de caracteres, los arqueólogos han encontrado incisiones practicadas sobre huesos y fragmentos de caparazones usados para adivinar el futuro datados de entre el 1200 y el 1046 a. C, durante la dinastía Shang.
Con el tiempo, el lenguaje fue evolucionando paulatinamente a formas más simples y efectivas, pasando de la escritura de caparazón o de huesos de oráculo Jiǎgŭwén (甲骨文) a la de sellos Zhuàn (篆), posteriormente a la escritura literaria, o Lìshu (隶书), la llamada ‘de cursiva o de hierba’ Cǎoshū (草书) para desembocar finalmente en la escritura regular o de imprenta, Kǎishū (楷书) y la de texto corrido, o xíngshu (行书).
Durante siglos los caracteres permanecieron prácticamente intactos, sin sufrir cambios significativos hasta el año 1956, cuando el Gobierno de China decidió simplificar la escritura para facilitar la alfabetización de la población. La reforma trajo dos grandes cambios: por un lado se eliminaron del diccionario un total de 1.027 caracteres ‘duplicados’, y se redujo el número de trazos de 2.235 signos. Al mismo tiempo, se introdujo el sistema de lectura pīnyīn (拼音) que permitía describir la pronunciación de cada carácter, algo que hoy resulta muy útil para los estudiantes extranjeros.
La relevancia de una lengua milenaria
Aunque la lengua china es hoy popularmente conocida como “chino mandarín”, en realidad es una versión oficial y estándar del dialecto hablando en su capital, Beijing, beijinghua (北京话) o por beifanghua (北方话). Los chinos tienen distintas formas de calificarlo, dependiendo de su ubicación geográfica o su relación histórica. De este modo, se refieren a él como baihua (白话) o putonghua (普通话) –idioma común, término acuñado por Mao Zedong (1893-1976) tras la fundación de la República Popular China-, o hanyu (汉语), en referencia al idioma de los han, el grupo étnico mayoritario de China.
Aquella lengua arcaica sino-tibetana fue evolucionando paulativamente hasta ser adoptada oficialmente como idioma oficial de la República Popular de China tras su fundación el 1 de octubre de 1949 con el propósito de crear un idioma común para todo el país. Hoy es hablado por más de mil millones de hablantes, y además de en China, es también la lengua oficial de las Naciones Unidas, junto con el el francés, el ruso, el español.
La organización internacional ha elegido el día 20 de abril como el Día Mundial del Idioma Chino para "promover la diversidad cultural y el multilingüismo en el mundo", una fecha que coincide con la festividad de Gǔyǔ, o la ‘lluvia del mijo’, en honor a Cang Jie . Y es que, según la leyenda, la creación de los caracteres chinos revelaron secretos celestiales, un hecho que hizo llorar a los dioses y espíritus, que derramaban sus lágrimas en forma de mijo, de ahí el término Gǔyǔ (谷雨), o ‘lluvia de grano’.
La lengua y la escritura chinas son consideradas la ‘perla’ de la cultura china y la representación más precisa de la profundidad de una cultura milenaria cuya divulgación impulsa hoy las Naciones Unidas. En un mundo cada día más interconectado es cada vez más frecuente encontrar hablantes de lengua china fuera de las fronteras del país, aunque la dificultad de aprendizaje de un idioma del que se han catalogado más de 56.000 caracteres distintos precisa de una dedicación en cuerpo y alma. ¡suerte!