Imperio Otomano

Candia, el segundo asedio más largo de la historia

De 1648 a 1669 la fortaleza de Candia en la isla de Creta resistió contra todo el poder del imperio Otomano gracias a sus impenetrables murallas y la formidable flota de la República Serenísima de Venecia.

La capital de Creta resistió el asedio de los turcos durante 21 años. En esta ilustración del atlas Van der Hagen de 1690 se puede ver el ataque otomano contra los bastiones del este y oeste de la ciudad.

Foto: Wikimedia Commons

Gracias a la Cuarta Cruzada los venecianos consiguieron hacerse con numerosa islas y ciudades en el Mediterráneo oriental, entre las que se encontraba Creta, conquistada a los bizantinos en 1205.

Tras la caída de Constantinopla ante Mehmet II el imperio veneciano en oriente pasó a convertirse en el nuevo objetivo de los turcos, quienes tomaron el Peloponeso en 1479 y Chipre en 1570. La batalla de Lepanto frenó momentáneamente al sultán y le obligó a negociar con los venecianos, sin embargo el enorme desequilibrio de fuerzas entre la minúscula ciudad del Adriático y el inmenso Imperio Turco, hacía inevitable la reanudación de las hostilidades.

La invasión de Creta

La crisis se produjo en 1645. Aunque por entonces la Serenísima estaba en paz con los turcos en sus puertos se daba cobijo a sus enemigos, entre los que destacaban los caballeros de Malta, una orden de monjes corsarios que saqueaban las costas musulmanas a bordo de sus galeras.

A Castro, Lorenzo - A Galley of Malta - Google Art Project

A Castro, Lorenzo - A Galley of Malta - Google Art Project

Galera de la orden de Malta según Lorenzo A. Castro, 1680, Dulwich Picture Gallery, Londres.

Foto: Wikimedia Commons

Fue una incursión de los malteses la que selló el destino de Candia (hoy Heraklion), al recalar en el sur de Creta tras asaltar un convoy y vender allí algunos cautivos musulmanes como esclavos.

Ese fue el casus belli que el sultán Ibrahim necesitaba para poder apoderarse de la isla, por lo que reunió una imponente armada en el puerto de Pilos para echar a los venecianos del Egeo de una vez por todas. La fuerza de invasión se componía de 50.000 hombres embarcados en 300 naves, que cayeron por sorpresa sobre Creta el 23 de junio.

La isla de Creta en el Atlas Van der Hagen, Candia está representada en el centro de la costa norte y Canea en un golfo algo más al oeste.

Foto: Wikimedia Commons

En vez de atacar la capital directamente los turcos primero asaltaron el puerto de Canea en el oeste de Creta, para así poder contar con una base segura en la que atracar sus barcos.

Asalto turco a Canea en un grabado de 1707, la ciudad fue el puerto a partir del que los turcos tomaron la isla.

Foto: Wikimedia Commons

Sometida a un fuerte bombardeo, la fortaleza capituló el 22 de agosto. Tras reconstruir sus fortificaciones los otomanos la convirtieron en una cabeza de puente desde la que emprender la conquista de Creta. En octubre llegó la flota veneciana, pero sus 90 galeras mandadas por Giovanni Capello nada pudieron hacer contra un enemigo bien atrincherado y con provisiones suficientes para resistir durante meses.

Una vez hubo pasado el invierno las operaciones militares recomenzaron en 1646. Gradualmente el ejército turco de Bazi Hüseyin Baj�� fue tomado una ciudad tras otra, hasta que a principios de 1648 toda la isla había pasado a manos del sultán salvo Candia.

Empieza el asedio

El 1 de mayo los turcos empezaron a excavar sus trincheras, que pronto rodearon toda la ciudad, bloqueada por tierra y mar. Afortunadamente para los defensores su líder, el capitán general Francesco Morosini, había reunido en la ciudad alimentos suficientes para resistir durante meses, así que con la llegada del invierno los turcos levantaron el asedio y se retiraron a sus campamentos.

Batalla entre turcos y venecianos en los Dardanelos, grabado de Pieter Casteleyn, 1657.

Foto: Wikimedia Commons

Al año siguiente empezó el contraataque veneciano con el despliegue de una flota que barrió a los turcos del Egeo y bloqueó el estrecho de los Dardanelos. Candia fue liberada y empezaron a llegar naves cargadas de provisiones enviadas por los mercantes venecianos; mientras tanto al otro lado de las murallas el enemigo volvía a ocupar las trincheras y se reanudaba el asedio.

La situación se mantuvo así hasta 1659, cuando los asediantes detonaron siete minas bajo las murallas y lanzaron un primer asalto que fue rechazado por los defensores. En el mar los turcos al fin consiguieron romper el bloqueo de los Dardanelos y, aunque fueron derrotados en Focea, consiguieron disputar a los venecianos el control del mar.

Venecianos y holandeses derrotan a los turcos en Focea. Óleo de Abraham Beerstratenm, 1656, Rijksmuseum, Amsterdam.

Foto: Wikimedia Commons

Este cambio en el curso de la guerra convenció al sultán de que era mejor bloquear Candia con un pequeño ejército y dedicar todos sus esfuerzos a asegurar primero el Egeo, así que retiró a 1.500 de sus jenízaros de élite del asedio dejando a Hüseyin Bajá en la estacada.

Durante los años que siguieron el asedio se convirtió en un conflicto de baja intensidad, con incursiones constantes entre las líneas fortificadas de defensores y atacantes, quienes habían construido tres campamentos permanentes en previsión de un conflicto que se alargaría durante años.

Guerra de desgaste

En 1666 un nuevo ejército otomano de 9.000 hombres bajo el gran visir Fazil Ahmed desembarcó en Creta. Tras relevar a Hüseyin Bajá el nuevo general turco hizo avanzar de nuevo las trincheras hacia Candia, con la intención de abrir brecha en sus defensas y tomarla al asalto.

Gracias a su ilimitado poder como gran visir del Imperio Fazıl Ahmed consiguió los recursos necesarios para conquistar la fortaleza.

Foto: Wikimedia Commons

El punto elegido para el ataque fueron tres bastiones de la parte más interior de la ciudad. Lejos de permanecer en sus defensas los venecianos respondieron realizando numerosas salidas para impedir la labor de los zapadores, pero no pudieron impedir que estos se fueran acercando poco a poco a las murallas.

Mientras esta guerra se liberaba en la superficie otra lucha tanto o más terrible se producía en las profundidades bajo la ciudad, donde los venecianos se enfrentaron a los mineros enemigos que excavaban túneles para volar los bastiones mediante explosivos.

En este mapa de Candia se pueden ver las líneas de asedio con las trincheras de aproximación contra los bastiones de Panigra, Belén y Martinengo a la derecha y Sabionera a la izquierda. Grabado de 1668.

Foto: Wikimedia Commons

Durante el año de 1667 el avance turco continuó inexorable, y en octubre consiguieron abrir brecha en el bastión de Panigra, que fue capturado por un asalto de los jenízaros. Parecía que los turcos ya habían entrado en la ciudad, pero en ese momento una fenomenal explosión voló el bastión por los aires acabando con cientos de atacantes: los venecianos habían hecho estallar una mina bajo el bastión y expulsaron a los atacantes mediante un cotraataque.

La lucha por Panigra se alargó durante meses y pese a que los turcos lograron tomar sus restos, se encontraron frente a una segunda muralla levantada dentro de la ciudad, por lo que tuvieron que retirarse. La llegada de las lluvias en noviembre inundó las trincheras de los asaltantes, que además fueron golpeados por la peste durante el invierno.

Algunas partes de la muralla todavía se conservan en la moderna capital de Creta, Heraklion.

Foto: Wikimedia Commons

Durante el año siguiente el gran visir decidió ampliar sus operaciones atacando el bastión de la Sabionera en el lado este de la ciudad, en el que consiguió hacer brecha mediante una mina. Los turcos ocuparon el bastión, pero de nuevo se estrellaron contra una muralla interior tras superar la primera línea de defensas.

Todos estos fracasos hicieron cundir el descontento en el campamento turco, donde estalló un motín que fue sofocado por Fazil Ahmed mediante la promesa de detener las operaciones hasta 1668.

Llegan los franceses

Tras veinte años parecía que el asedio nunca terminaría, pero la situación diplomática obligó al sultán a realizar un último intento. Mientras la lucha por Creta se alargaba de manera indefinida, en Europa había terminado la Guerra de los Treinta Años, y tanto españoles como franceses habían prometido a Venecia desplegar parte de las fuerzas implicadas en esa contienda para la liberación de Candia.

De este modo el gran visir se vio obligado a lanzar el asalto final para tomar la ciudad antes de que llegara ayuda. El 31 de marzo los jenízaros volvieron a avanzar contra Sabionera, solo para volar en pedazos gracias a una mina de los defensores.

Los jenízaros eran las tropas de élite del ejército otomano, raptados cuando eran niños se los educaba desde pequeños para convertirlos en los soldados más temidos del Imperio.

Foto: Wikimedia Commons

En Junio los primeros refuerzos empezaron a llegar a la ciudad: una pequeña fuerza de 6.000 franceses entre los que se contaban los mosqueteros del rey Luís XIV. Estos soldados de élite se lanzaron inmediatamente al ataque, cargando contra las trincheras turcas en una desastrosa salida que acabó con un millar de ellos muertos o capturados.

La huida de Noailles y los franceses fue la señal de que el asedio estaba perdido. Grabado por François de Poilly.

Foto: Wikimedia Commons

Si dejarse desanimar por este revés el 31 de julio se produjo un segundo intento de los defensores por romper el cerco, en el sector de las trincheras más cercano al mar, pero pese a contar con la artillería de la flota de socorro los defensores no pudieron atravesar las líneas de asedio. Para empeorar la situación la nave insignia francesa estalló bajo los proyectiles incendiarios de los turcos, poniendo punto final al contraataque.

Esta debacle decepcionó al general al mando de los franceses, el duque de Noailles, quien decidió escapar de la ciudad antes de que su pequeño ejército se quedara atrapado en ella. Los mercenarios venecianos pronto siguieron su ejemplo, y a finales de agosto solo quedaban 4.000 defensores frente a miles de turcos.

Aunque fue sometido a juicio por haber entregado la ciudad, Morosini consiguió librarse de la condena y llegó a convertirse en Dux de Venecia. Busto por tallado en 1687 por Filippo Paordi. Museo Corner, Venecia

Foto: Wikimedia Commons

Con la ciudad condenada y sin perspectivas de recibir más refuerzos Morosini optó por una rendición negociada antes que sacrificar a sus hombres por una causa pedida, y tras 21 años de duro asedio Candia se rindió el 27 de septiembre de 1669. Así fue como tras casi dos décadas de guerra los venecianos abandonaron Creta, y esta pasó a convertirse en una posesión turca hasta que consiguió su independencia en 1898.