Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Los caballos han sido miembros involuntarios de la guerra durante milenios. Generalmente se imagina a los caballos de batalla como bestias grandes y poderosas, pero la arqueología parece indicar lo contrario. Por lo menos en lo que se refiere a la Inglaterra medieval, se trataba mayoritariamente de animales pequeños, del tamaño de un poni moderno.
A esta conclusión ha llegado un grupo de investigadores encabezados por Alan Outram, profesor de ciencias arqueológicas de la Universidad de Exeter. Él y su equipo han examinado los restos de unos 2.000 caballos diseminados por 171 castillos y cementerios de Inglaterra, que van desde el siglo IV hasta el XVII, y ninguno alcanzaba siquiera el tamaño de un caballo pequeño en la actualidad: el más grande que han encontrado, datado en el periodo normando (siglos XI y XII), medía alrededor de un metro y medio de altura, mientras que la mayoría ni siquiera llegaban a tanto.
De todos modos Outram ha explicado que esto no excluye la posibilidad de que hubiera caballos especialmente grandes, pero la mayoría habrían sido de tamaño pequeño. También ha puesto de manifiesto que las muestras pueden no ser lo suficientemente significativas, puesto que los animales muertos típicamente eran despedazados para aprovechar su carne.

La doctora Katherine Kanne de la Universidad de Exeter examina una mandíbula de caballo encontrada en Goltho, Lincolnshire
Foto: Universidad de Exeter
Selección de características
A la hora de analizar el papel del caballo en la guerra hay que tener en cuenta que estos animales no eran solo monturas, sino que eran usados para una amplia variedad de tareas como la de transportar suministros y equipo. Por ello, es posible que la cría de caballos se orientase más a conseguir animales resistentes aunque no fuesen los más adecuados para el combate. Los investigadores señalan además que estas características podrían haber sido adecuadas para otro tipo de guerra que no fuese la batalla en campo abierto, como incursiones a larga distancia o la persecución de enemigos en retirada.
De hecho, se sabe por los registros históricos que en la Edad Media la cría de caballos era muy importante en Europa, así que se debe imaginar que el predominio de unas determinadas características responde probablemente a una selección consciente. Outram afirma que “en los siglos XIII y XIV existía una red increíble de cría de sementales, gastaban mucho más dinero en los caballos que en las personas”. En consecuencia, tal vez no debería sorprendernos tanto cómo eran los caballos de guerra sino preguntarnos por qué eran así.
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