Tras la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso, Esparta se convirtió en la dueña del Egeo. Imponiendo su voluntad a lo largo de toda Grecia los espartanos invadieron al ciudad de Tebas, acabando con la democracia para poner en su lugar un gobierno títere de oligarcas.
Los exiliados del partido democrático huyeron al Ática, de donde regresarían en el 379 a.C. con un ejército para restaurar la libertad y expulsar a los espartanos de la acrópolis Cadmea. Aunque se habían librado del dominio extranjero, los tebanos necesitaban ahora una nueva fuerza militar con la que enfrentarse a la inevitable venganza de Esparta, y un estratego llamado Górgidas les propuso una idea sin precedentes.
Amor y deber
La ciudad siempre había contado con un cuerpo especial de 300 hoplitas encargados de proteger la acrópolis a sueldo del estado, pero, según Plutarco, Górgidas convenció a los ciudadanos de que este debía estar formado con parejas de hombres que mantuvieran una relación sentimental.
De esta manera los lazos del amor les impedirían huir del combate, pues según decía “un batallón que se mantiene unido por la amistad entre amantes es indisoluble e irrompible”, ya que “los amantes, avergonzados de no ser dignos [...] y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros”.

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Pareja homosexual en una kylix ática del siglo IV a.C.
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Cabe recordar que en la antigua Grecia el matrimonio casi nunca era por amor, sino que se trataba de un acuerdo entre las familias para aumentar su prestigio o patrimonio, de manera que la unión entre hombre y mujer era simplemente una manera de producir nuevos ciudadanos para asegurar la supervivencia de la comunidad.
De hecho muchas iniciaciones sexuales masculinas tenían lugar antes del matrimonio mediante relaciones homosexuales, en las que un hombre mayor (el erastés) seducía a un adolescente (erómeno) antes de que este estuviera prometido. De esta manera se podía preservar la virginidad de las jóvenes, y asegurar que estas no tuvieran hijos bastardos antes del matrimonio.

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Hércules lucha contra la hidra con ayuda de Iolao. Grabado holandés del 1563, Rijksmuseum, Amsterdam.
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Además, la formación tenía un precedente religioso en el mito de Hércules (hijo de Zeus y la reina de Tebas). Esta había luchado hombro con hombro junto a su amante Iolao en aventuras como la caza de la hidra de Lerna, donde el héroe aplastó las cabezas de la bestia mientras sus compañero las cauterizaba con fuego para que no se regeneraran. Así, con el beneplácito del divino protector de Tebas, el Batallón Sagrado quedó establecido con 300 hombres escogidos de todo el ejército en el 378 a.C.
Apenas poseemos información sobre el entrenamiento de este cuerpo de élite. Sus cuarteles estaban en la acrópolis de Tebas, donde servían como guardianes sagrados de los templos, y su rutina diaria incluía tanto ejercicios físicos como danzas rituales mediante las que aprendían a moverse y combatir como un solo hombre. Gracias a que recibían un sueldo del estado estos hombres se dedicaban por completo al combate, una ventaja decisiva en el mundo griego, donde los ejércitos estaban formados por una milicia de alfareros, campesinos y todo tipo de civiles.
La maza de tebas
Dispuestos a arriesgar su vida por patriotismo y amor, los hoplitas del Batallón Sagrado se enfrentaron a Esparta en los campos de batalla. Parece ser que en un primer momento Górgidas los dispersó por la primera fila de la falange para que reforzaran a sus compatriotas, pero pronto el líder del partido democrático Pelópidas los agrupó en una sola unidad. Así derrotaron a los espartanos por primera vez en el 375 a.C. en Tegyra, donde atravesaron la falange lacedemonia formados en cuña pese a que estos los duplicaban en número.

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Hoplitas en una ánfora del pintor Timiades, 570-560 a.C. Museo de Antigüedades de Múnich.
Con todo sería Epaminondas quien les llevaría a la cima de su éxito en la batalla de Leuctra, librada en el 371 a.C. contra el grueso del ejército espartano. Dado que el enemigo le superaba en número, este general tebano desplegó a su ejército en forma oblicua, con el flanco izquierdo adelantado y formado por el doble de hombres de lo habitual.
Encabezados por el Batallón Sagrado, los tebanos aplastaron al rey espartano Cleómbroto y a su guardia real, doblando el flanco enemigo y destrozando su falange en la peor derrota que había sufrido Esparta. En los años siguientes estos hoplitas de élite se siguieron distinguiendo en la guerra, acabando con el predominio lacedemonio en Mantinea y convirtiendo a Tebas en la ciudad más importante de toda Grecia.

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Epaminondas fue herido de muerte en Mantinea, con el murió el artífice de la caída de Esparta. Pintura al óleo de Louis Gallait, Museo de Bellas Artes,
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Pese a ello la estrella tebana fue descendiendo a partir de la muerte de Epaminondas, eclipsada por el sol de un nuevo poder: la Macedonia de Filipo II. Este estaba decidido a convertirse en amo y señor de Grecia para luego pasar a la conquista del Imperio Persa, y en el 338 a.C. se enfrentó a una coalición de ciudades estado en Queronea.

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Muerte de un hoplita en una estela funeraria del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. El soldado tumbado lleva un casco de tipo Pilos, característico de los espartanos.
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Fue ese día cuando el Batallón Sagrado fue derrotado por primera y última vez. Dispuestos en el flanco derecho de los griegos, los tebanos se tuvieron que enfrentar a Alejandro Magno en persona, quien desbarató su formación con cargas repetidas (de caballería o piqueros según la fuente) hasta rodearlos y exterminarlos por completo.
Puede que Filipo llorara su muerte según Plutarco, pero su hijo se mostró inmisericorde cuando Tebas se levantó en armas de nuevo al poco de llegar al trono. El futuro conquistador de Persia destruyó la ciudad y vendió como esclavos a sus habitantes, condenando al Batallón al olvido de la historia.