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Hace unas semanas, Félix Alarcón, un hombre que nadaba en la costa mallorquina, cerca del municipio de Can Pastilla, hizo un descubrimiento sorprendente: los restos de un barco romano hundido, de unos diez metros de eslora (largo) y cinco de manga (ancho).
El pecio se encuentra muy cerca de la playa, a tan sólo unos cincuenta metros, y a una profundidad de tres metros. A pesar de estar tan aparentemente a la vista, nunca había sido localizado porque se encuentra totalmente enterrado bajo la arena. En este caso, el desplazamiento de la arena a causa de las corrientes dejó parte de la estructura y algunas ánforas a la vista. Según ha declarado este vecino, en alguna ocasión "había visto alguna asa de ánfora, algún cuello, pero pensé que ya estaba documentado". No fue hasta que esta vez quedó al descubierto parte de los costados de la embarcación cuando decidió avisar de inmediato a las autoridades.
Un barco romano cargado de ánforas
El Consell de Mallorca enseguida envió al lugar ocho buceadores especializados en arqueología subacuática y a un restaurador. Las primeras impresiones de los expertos sugieren que se trata de un navío romano de entre los siglos III y V, que transportaba un cargamento de ánforas –que posiblemente contenían vino, aceite o algún condimento alimenticio como la popular salsa garum, hecha con vísceras de pescado–, y que por motivos desconocidos naufragó cerca de la costa. En cuanto a su itinerario, los arqueólogos barajan la posibilidad de que la embarcación realizase un trayecto desde o hacia el sur de la península ibérica.
Se trata de un barco romano de entre los siglos III y V que transportaba un cargamento de ánforas y que por motivos desconocidos naufragó cerca de la costa mallorquina
La consejera de cultura, Bel Busquets, y la directora insular de Patrimonio, Kika Coll, han informado de que durante las próximas tres semanas se llevaran a cabo los trabajos de conservación del pecio. Se acotará la zona –posiblemente unos 5 o 10 metros cuadrados– y se dispondrá un servicio de vigilancia 24 horas por parte de la policía local de Palma de Mallorca así como de vigilancia privada. Asimismo, la Armada ha enviado una barca para facilitar los trabajos, además de un patrón y dos buzos pertenecientes al Grupo Especial de Operaciones (GEO).
La previsión es que la estructura del navío permanezca en el mar, pero que se extraigan las ánforas, que se llevarán al Museo de Mallorca. Allí serán sometidas a un delicado proceso de desalación y se procederá a estudiar su contenido antes de que puedan ser expuestas al público.