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En las primeras décadas del siglo XVIII, los viajeros que llegaban a tierras del este de Europa se enteraban de extrañas historias de muertos que salían de sus tumbas, atacaban a lugareños y les chupaban la sangre a menos que alguien abriera el sepulcro y les clavara una estaca en el corazón. El austríaco Frombald comentaba el caso de un hombre muerto hacía diez semanas que había sembrado el terror en una aldea serbia; según contaba, estuvo presente cuando lo desenterraron: «Vi sangre fresca en su boca». Difundidos en libros de viajes y en la prensa de la época, estos casos despertaron en toda Europa un interés apasionado que sigue vivo hoy, tanto entre los que creían (o creen) en los vampiros como entre los estudiosos que intentan ofrecer explicaciones científicas o psicológicas, o entre los muchos que entonces como ahora buscan mera diversión.

Nosferatu. Escena del film vampírico de F.W Murnau, de 1922.
Nosferatu. Escena del film vampírico de F.W Murnau, de 1922.
Foto: Bridgeman / ACI
Desafío a la razón
De todo ello da cuenta este exhaustivo libro del historiador británico Nick Groom, que utiliza una amplísima literatura para mostrar las múltiples formas que el vampirismo ha tomado hasta prácticamente hoy. Según Groom, «los vampiros surgieron en el siglo XVIII cuando la razón ilustrada chocó con el folclore de Europa oriental». Mientras los estudiosos «conservadores» se resistían a descartar la realidad del fenómeno por temor a que el cuestionamiento se aplicara igual a los milagros y apariciones de la Biblia, los científicos puros buscaban explicaciones materialistas (uno argüía que, en realidad, las supuestas manchas de sangre no eran sino restos nitrosos en la tierra que reaccionan con fluidos corporales en descomposición calentados por el sol) o simplemente lo tildaban de superstición: «¿Es posible creer en la existencia de vampiros en pleno siglo XVIII?», se preguntaba Voltaire.
Pero los vampiros no fueron derrotados, sino que su triunfo llegó en la época del romanticismo, a través de la novela gótica y hasta el emblemático Drácula de Stoker y sus variaciones en el cine. Groom dedica a los vampiros convertidos en motivo cultural la segunda parte de este libro, de cuya lectura uno puede salir convertido en consumado vampirólogo.
Este artículo pertenece al número 200 de la revista Historia National Geographic.