Grandes descubrimientos

La Atlántida en África: las cabezas de bronce de Ife

El alemán Leo Frobenius sostuvo que los bustos yoruba de la Nigeria medieval fueron obra de los griegos de la Antigüedad

Cabeza de Olokun

Cabeza de Olokun

Fotografía, tomada en 1910, de la Cabeza de Olokun, encontrada en la cuarta expedición a África de Leo Frobenius.

Foto: Frobenius Institut

En la primera mitad del siglo XX se organizaron catorce «expediciones alemanas de investigación en el interior de África». Las doce primeras fueron lideradas por el mismo hombre: un etnólogo y arqueólogo autodidacta llamado Leo Frobenius.

Cronología

De Prusia a África

1898

Leo Frobenius crea el Archivo de África, un centro de investigación (hoy Instituto Frobenius).

1904

Frobenius realiza su primera misión de exploración en África, que lo lleva al Congo belga.

1910-1912

En su cuarta expedición a África, Frobenius descubre las cabezas de bronce de los yoruba.

1911-1928

Publica una colección de estudios sobre las culturas africanas bajo el título de Atlantis.

Frobenius (1873-1938) pasó su infancia y juventud leyendo las crónicas de los exploradores decimonónicos, que despertaron en él una poderosa atracción por el continente africano. Sus esfuerzos por labrarse un camino en el mundo de la etnología lo llevaron a trabajar en diversos museos. También intentó entrar en el mundo universitario, pero fue rechazado por las instancias académicas. Este duro golpe hizo que Frobenius se distanciara de la vida universitaria y eligiera seguir el camino de los exploradores. Decidió visitar África, que hasta entonces sólo conocía a través de sus lecturas.

Informe

Informe

Informe del viaje de Frobenius a África en 1908-1910, titulado En el Camino Hacia la Atlántida.

Foto: Alamy / ACI

Ife, ciudad sagrada

En 1904 hizo su primera expedición al Congo belga, de donde volvió dos años después con una colección de 8.000 objetos. Pero la expedición más importante, la que marcó un antes y un después en su vida, fue la cuarta, que tuvo lugar entre 1910 y 1912 y que le llevó a recorrer gran parte de los actuales Estados de Nigeria y Camerún.

Frobenius, en su primera expedición al Congo belga, volvió con 8.000 objetos.

Durante esa expedición, Frobenius realizó el hallazgo de su vida en tierras de los yoruba. Éstos constituyen el grupo étnico mayoritario del suroeste de Nigeria, y son conocidos por su mitología y religión, que constituye la base de cultos como la santería cubana. Uno de los destinos de Frobenius fue la ciudad de Ife, donde pasó tres semanas, aunque sin ser consciente de que se hallaba en una antigua ciudad-estado que fue uno de los centros políticos, comerciales y culturales más importantes de la Edad Media africana.
El etnólogo alemán había oído hablar de una escultura dedicada al dios Olokun, la deidad del mar en el panteón yoruba. Cuando llegó a Ife, preguntó por ella y lo condujeron a un bosque sagrado dedicado a esa divinidad. Allí, el sacerdote que custodiaba el bosque desenterró algo extraordinario, pero no fue una estatua, sino una cabeza de bronce, o más exactamente de una aleación de cobre.

Plato adivinatorio

Plato adivinatorio

Plato adivinatorio de los yoruba. Colección Ernst Anspach, Nueva York.

Foto: Werner Forman / Scala, Firenze.

La Cabeza de Olokun

El etnólogo quedó maravillado por la belleza de aquel objeto, conocido como la Cabeza de Olokun, y por la destreza artística de sus artífices. Pero el sacerdote volvió a enterrar la escultura, devolviéndola a su lugar de descanso. A partir de ese momento, Frobenius no dejó de insistir para comprar la pieza, hasta que finalmente –al menos según su versión– llegó a un acuerdo con el sacerdote para adquirirla.

De este modo, con la Cabeza de Olokun y otros muchos objetos artísticos en su poder, esculturas o figuras de terracota y bronce conseguidas mediante métodos poco claros, Frobenius y su caravana de más de cien personas se dispuso a dejar la ciudad. No obstante, cuando se difundió la noticia de que Frobenius se llevaba la cabeza hubo un gran revuelo entre los ancianos yoruba. El malestar culminó en una audiencia ante el rey tradicional de la ciudad, el Ooni de Ife. Frobenius intentó convencerlos de que podía hacerse una copia de la cabeza, pero las quejas persistieron y llegaron hasta las altas esferas de la administración colonial.

Las cabezas de Ife

Las cabezas de Ife

Cabeza de bronce de 35 cm procedente de Ife. Tradicionalmente identificada con el dios marino Olokun, hoy se cree que es un rey de Ife. Siglos XIV-XV. Museo Británico, Londres.

Foto: : Bridgeman / ACI

Así, cuando Frobenius ya estaba camino de la costa, las autoridades británicas lo interceptaron y le obligaron a devolver la Cabeza de Olokun y otros objetos adquiridos en Ife. De hecho, su guía e intérprete principal, Bida, fue encarcelado varios días y golpeado para que incriminara a Frobenius como ladrón de arte. Al final, el explorador prusiano volvió a Alemania sin su preciada cabeza, de la que guardó fotografías y dibujos. Aun así, recogió más de 5.000 objetos que distribuyó entre los museos de Leipzig, Berlín y Hamburgo que habían financiado su expedición.

El guía de Frobenius fue encarcelado varios días

El hallazgo de la cabeza de bronce causó en Frobenius una impresión sobrecogedora. En Ife descubrió un arte de tan bella factura, tan naturalista, estilizado y complejo, que para la mentalidad de la época no podía ser obra de los nativos del lugar. De hecho, Frobenius escribió que le produjo melancolía pensar que aquellos «degenerados» y «débiles de mente», refiriéndose a los yoruba, fueran los guardianes de una obra de arte semejante. Frobenius no sólo no concebía que esas obras fueran una creación yoruba, sino que también consideraba que los yoruba no deberían ser quienes las custodiaran.

Las cabezas de Ife

Las cabezas de Ife

Cabeza de terracota. Siglos XII-XV. Comisión Nacional de Museos y Monumentos, Nigeria.

Foto: Scala, Firenze.

Estos pensamientos derivaron en una intrincada teoría. Si los nativos no eran capaces de crear aquel arte, ¿quién lo hizo? Frobenius encontró la respuesta en el antiguo mito griego de la Atlántida, una gran isla poblada por un pueblo de guerreros que, según Platón, estuvo en el océano Atlántico. La realidad histórica de esta isla había dado lugar a un largo debate entre los estudiosos, y ahora Frobenius aseguraba que había encontrado la solución del enigma gracias a los refinados objetos artísticos que halló en Ife y, en particular, gracias a la Cabeza de Olokun.

La Atlántida

En efecto, el etnólogo elaboró una teoría según la cual, siglos atrás, los yoruba habrían tenido contacto con personas del Mediterráneo, que serían quienes les transmitieron ese saber artístico. Para Frobenius, la cabeza era una representación de Poseidón. Esto le llevó a afirmar que la Atlántida no fue jamás una isla, sino que se hallaba en el noroeste de África. Tras su desaparición, los restos de esa civilización griega y clásica habrían pervivido en los «degenerados» yoruba que él conoció en Ife.

Las cabezas de Ife

Las cabezas de Ife

Cabeza masculina de terracota de 19 cm de altura, procedente de Olokun-Hain. Museo Etnológico, Museos Estatales, Berlín. Siglos XII-XV.

Foto: BPK.

El «descubrimiento» de Frobenius saltó a los medios de comunicación; el New York Times del 29 de enero de 1911, por ejemplo, tituló: «Un alemán descubre la Atlántida en África». En publicaciones posteriores, Frobenius intentó demostrar que las figuras y esculturas de terracota y bronce eran el legado de la legendaria Atlántida. Entre 1911 y 1928 publicó un conjunto de investigaciones etnológicas sobre África bajo el título de Atlántida.

Teoría racista

El etnólogo alemán seguía el patrón de la teoría difusionista, que veía las innovaciones más importantes de la humanidad como fenómenos originados en áreas concretas y difundidas más tarde a otros lugares. No obstante, a dicha teoría pronto se unió otra, conocida como «teoría hamítica», de corte racista, que afirmaba que elementos importantes de las culturas subsaharianas, como el arte o las estructuras de Estado complejas, fueron obra de invasores o emigrantes venidos del valle del Nilo y racialmente caucásicos. Es decir, blancos que conquistaron a los negros indígenas.

Las cabezas de Ife

Las cabezas de Ife

Cabeza masculina de terracota de 17 cm, procedente de Ife. Museo Etnológico, Museos Estatales, Berlín. Siglos XII-XV. 

Foto: BPK.

En la segunda mitad del siglo XX, la datación científica y las investigaciones historiográficas y arqueológicas permitieron refutar estas teorías y confirmaron que el arte de Ife era fruto de los artesanos yoruba de los siglos XII-XV.

Hoy, los miles de objetos que Frobenius recogió en sus expediciones, y los que llevaron a Occidente exploradores y poderes coloniales, siguen lejos de Ife, en museos de Europa y Estados Unidos. La polémica que ya despertó Frobenius en su día sigue más viva que nunca: ¿Debería volver el patrimonio cultural africano a su lugar de origen?

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Espía prusiano

Espía prusiano

Miembros de la expedición de Frobenius en Salatu (Nigeria). 1911.

Foto: Alamy / ACI

La séptima expedición a África de Frobenius, realizada en 1915, en plena guerra mundial, fue en realidad una misión de espionaje. El objetivo era cruzar Turquía, Palestina y Eritrea hasta llegar a Etiopía, y desde allí sublevar a la población de Sudán contra el dominio británico. Frobenius se vistió de árabe y tomó el nombre de Abdul Karim Pasha, pero fue arrestado por los italianos en Eritrea.

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Este artículo pertenece al número 202 de la revista Historia National Geographic.