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“A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, nos encontrábamos cerca de Honolulu cuando escuchamos un retumbar cerca de Diamond Head
os ecos de una guerra inminente con los japoneses me hicieron suponer que el ejercito americano estaría disponiendo nuevas fortificaciones. Salí a la cubierta del barco, y allí, bajo un sol apuñalador, bajo el más azul de los cielos azules, los aviones se acercaban hacia nosotros. Pero -y este fue el gesto que nos hizo darnos cuenta de lo que estaba pasando- en las playas los cañones antiaéreos estaban realizando una serie de maniobras apresuradas. Las armas comenzaron a escupir fuego."
Tom Yarbrough, Corresponsal de Guerra de Associated Press
Una mañana de domingo, la del 7 de diciembre de 1941, amaneció en Hawái con una inesperada visita; la de la fuerza aérea de la Armada Imperial Japonesa. Se trataba de un ataque sorpresa a la base militar de Pearl Harbor, ubicación del cuartel general de la flota del pacífico de la Armada de los Estados Unidos.
Aquella acometida quedaría escrita en las páginas de los libros como un momento decisivo en el devenir de la II Guerra Mundial. Entre cazas de combate, bombarderos y torpederos, 353 fueron las aeronaves japonesas que desde 6 portaviones se lanzaron en una ofensiva militar sin previa declaración de guerra. Su pretensión: anular la fuerza naval estadounidense en el Océano Pacífico.
El ataque se saldó con la muerte de 2.403 estadounidenses. De los ocho acorazados atracados en el puerto, seis pudieron volver a entrar en servicio. Tres cruceros de combate, tres destructores, un buque escuela y un minador fueron hundidos. Los americanos perdieron 188 aeronaves por las 29 abatidas a los japoneses, que también contaron con la pérdida de 5 minisubmarinos y 65 bajas humanas.
Sin embargo, el ataque no fue tan efectivo como el ejercito de Japón hubiera querido. La suerte quiso que parte del grueso de la fuerza naval estadounidense no se encontrara en el puerto en aquellos momentos. También cometieron los japoneses el error de dejar intactos varios enclaves estratégicos en la base de Pearl Harbor. Salváronse del fuego nipón la central eléctrica, el astillero, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y los edificios del cuartel general y la sección de inteligencia estadounidense.
El ataque fue un duro golpe para los Estados Unidos, que hasta el momento se habían mostrado reacios a intervenir en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Al día siguiente los americanos declararían la guerra a Japón, entrando de lleno en el conflicto. Tan solo 3 días después, el 11 de diciembre, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, responderían a los Estados Unidos con una nueva declaración de guerra en respuesta a las acciones emprendidas por los americanos contra el Imperio de Japón.
Aquel día despertaba un gigante dormido que resultó decisivo en el desenlace de la mayor guerra de la historia de la humanidad. Probablemente, sin la entrada de Estados Unidos en la contienda, el mundo que hoy conocemos sería muy diferente.