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La costa egea de la actual Turquía, en el lugar donde se hallaba la ciudad de Éfeso, fue testigo privilegiado de la presencia de una de la siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa.
Antíparo de Sidón describió así su primer encuentro con el templo: “He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, la estatua de Zeus en los Alfeos, los jardines colgantes, el coloso del sol, la enorme obra de las altas pirámides y la vasta tumba de Mausolo. Pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo.”
El templo sagrado dedicado a Artemisa, la diosa virgen, fue diseñado por el arquitecto Quersifronte en el siglo VI a.C.
Encargado por el rey Creso de Lidia en el siglo VI a.C., el templo sagrado dedicado a Artemisa, la diosa virgen, fue diseñado por el arquitecto Quersifronte. 127 columnas de 18 metros de alto rodeaban el cuerpo principal, en cuya cella interior albergaba la estatua de Artemisa, objeto de culto.
Un pastor llamado Eróstrato provocó un incendio que destruyo el templo en el siglo IV a.C. A pesar de que fue reconstruido siguiendo las líneas del anterior, terminaría siendo arrasado por los godos en el siglo III d.C. Actualmente, una única columna de aquellas 127 sigue en pie.