La excavación de un cementerio rural en el pueblo de Fewston, en Inglaterra, evidencia una realidad ya conocida, pero no directamente confirmada por los científicos hasta ahora: que la vida durante la Revolución Industrial fue especialmente dura para los niños pobres y huérfanos.
El reciente estudio se ha llevado a cabo por el Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham, en colaboración con la Universidad de York, y la investigación se inició cuando la construcción de un museo local obligó a desenterrar parte del cementerio, el cual llevaba cerrado desde 1896.
En la excavación encontraron restos de 154 esqueletos, con una gran proporción de niños y adolescentes de entre 8 y 20 años no identificados; algo que sorprendió a los bioarqueólogos. Y la posterior comparación de los huesos con los de otros individuos que sí tenían lápidas inscritas determinó que se trataba de menores de edad "no locales", con dietas bajas en proteína y con serios retrasos en el crecimiento.
¿Cómo fue la vida de estos niños?
La edad de la muerte de estos "no adultos" se determinó a partir del examen de desarrollo dental, una técnica que permite conocer con exactitud este número y que también se utiliza, por ejemplo, para precisar la edad de inmigrantes que no poseen documentación.
Sin embargo, los indicadores esqueléticos no coincidieron con la edad que sugerían las pruebas dentales, lo que demostró que las duras condiciones de vida afectaron negativamente a su estado físico. De hecho, en algunos casos el desarrollo de los que tenían 12 años se correspondía con el de niños de 8.

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Hueso tejido en la superficie visceral del extremo vertebral de una costilla izquierda de SK 334.
University of Durham.
Asimismo, se detectaron deficiencias de vitamina C, D y proteínas en los huesos, inflamaciones en el tracto respiratorio y claros signos de enfermedades infecciosas, que indicarían que las casas de trabajo y las instalaciones de las fábricas eran oscuras, sin ventilación y, en general, poco seguras.
La comparativa con los restos óseos de individuos sí identificados como locales lleva a precisar el perfil del infante explotado por la industria de la época: migrante interurbano, en situación de pobreza y de orfandad.
¿Por qué murieron tan jóvenes?
La Revolución Industrial transformó el panorama económico del Reino Unido entre los siglos XVIII y XIX, pero el progreso tuvo un costo, sobre todo para los más vulnerables: el trabajo infantil en condiciones insalubres y con salarios precarios fue lo que permitió a las fábricas inglesas ser rentables en un mercado que, para entonces, ya era competitivo.

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Pagando a los niños por su trabajo en los ladrilleros (1871).
Cordon Press
Si bien el movimiento migratorio natural era el del campo hacia la ciudad, muchos niños huérfanos urbanos que vivían en workhouses -casas donde se acogía a gente sin recursos, como la que describe Charles Dickens en la primera escena de Oliver Twist- fueron trasladados a las afueras de las ciudades, donde se encontraban las grandes fábricas y los centros de la industria agrícola.
Se sabe que existían acuerdos entre casas de trabajo y empresas para organizar estos trayectos en "lote". Por ello, en 1845, en el sector del algodón, el 45% de los jornaleros tenía menos de 18 años, según los datos que aporta el estudio. En el caso de Fewston, en el pueblo había 5 factorías dedicadas al sector textil, entre las cuales se encontraba West House Mill, una hilandera de lino accionada por agua y construida en 1797.
Los resultados del análisis apuntan a que los restos encontrados pertenecen a niños y adolescentes que operaban en esta fábrica, ya que en el archivo documental del pueblo hay indentures, unos contratos entre los patrones de las fábricas y los niños huérfanos que provenían de orfanatos de Londres, y que corroboran la existencia de un abuso infantil tan desgarrador que podía terminar pronto con la vida de estos jóvenes trabajadores.
En su afán por reconstruir las historias personales de cada uno de los niños y adolescentes enterrados en el cementerio rural de Fewston, los investigadores contaron con la colaboración de descendientes de niños huérfanos que fueron testimonios de la crueldad que se vivió en Inglaterra durante la Revolución Industrial.
Y en este sentido, también quisieron recuperar y dejar constancia de un fragmento de las memorias del reverendo Robert Collyer, quien trabajó entre los 8 y los 14 años en West House: "[...] el resultado de todo esto fue que los niños más débiles quedaron tan lisiados que el recuerdo de sus extremidades retorcidas todavía arroja una luz bastante siniestra para mí sobre las Sagradas Escrituras".