Coleccionar la historia

Ashmolean: de gabinete de curiosidades al primer museo público del mundo

Situado en el corazón de Oxford, este museo dedicado al arte y la arqueología fue pionero en abrir sus puertas al público y se convirtió en un referente tanto en el Reino Unido como a nivel internacional.

Ashmolean Museum in July 2014

Ashmolean Museum in July 2014

CC

Oxford es una ciudad en la que parece haberse detenido el tiempo. Entre las paredes de sus hermosos colleges, bajo la luz de las farolas anaranjadas que alumbran sus calles de adoquines y en los jardines por los que han caminado grandes científicos y escritores, los años se difuminan. Esta sensación, que invade a cualquiera que visite la ciudad, se intensifica al cruzar el umbral del Museo Ashmolean, el centro dedicado al arte y la arqueología que, en 1683, se convirtió en el primer museo público del Reino Unido y, según muchos afirman, en el primero del mundo.

Andar por los pasillos del Ashmolean es viajar a través de los siglos y las civilizaciones, yendo de Grecia a Roma, de Egipto a Persia o de Europa a Asia en apenas unos pasos. También es adentrarse en la escultura, la pintura y el dibujo al mismo tiempo que en la arqueología, descubriendo un templo dedicado a contar la historia humana mediante las distintas culturas y el paso del tiempo. 

Para saber más

REV 326113

El nacimiento de la Universidad

Leer artículo

El gabinete de curiosidades de Elias Ashmole

El origen de este museo se remonta a finales del siglo XVII, concretamente al año 1677, cuando Elias Ashmole, un famoso anticuario conocido, sobre todo, por haber sido unos padres de la Francmasonería, decidió donar su gabinete de curiosidades a la Universidad de Oxford. En su juventud, Ashmole había estudiado en el Brasenose College de dicha universidad y, posteriormente, había dedicado gran parte de su vida a coleccionar objetos de distintas partes del mundo: manuscritos, grabados, fósiles, obras de arte y herramientas de distintas civilizaciones, entre muchos otros artefactos.

Habiendo cumplido ya sesenta años, Elias Ashmole cedió su extraordinaria colección a la institución en la que se había formado y, en 1683, la Universidad de Oxford inauguró el museo bautizado en su honor. Poco a poco la exposición fue creciendo: al principio únicamente constaba de los objetos y especímenes naturales que Ashmole había reunido o adquirido de otros viajeros o coleccionistas (entre los que se encontraba, por ejemplo, el cuerpo disecado del último pájaro dodo visto en Europa), pero luego se fueron sumando muchos otros elementos que llenaron las salas y plantas del museo, abarcando distintas temáticas. 

En 1860, el museo dejó su primera sede, ubicada en Broad Street, para trasladarse a un espacio nuevo y más grande en Beaumont Street. De esta manera, el Museo Ashmolean pasó a estar en el edificio neoclásico diseñado por Charles Cockerell en 1845 en el que se encuentra hoy en día y el espacio que había ocupado el “Old Ashmolean” se convirtió en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford.

Ashmolean

Ashmolean

Vista panorámica de la galería de las estatuas del primer edificio del Museo Ashmolean, 1814.

CC

El Museo Ashmolean en la actualidad

Actualmente, el Ashmolean posee la colección minoica más grande fuera de Creta y la tabla cronológica griega más antigua del mundo (la Crónica de Paros), además de múltiples objetos y estatuas del Antiguo Egipto y otras civilizaciones. También alberga la colección más importante de artefactos anglosajones después del Museo Británico y la mejor colección de objetos de China en Occidente. 

En sus salas están expuestos bocetos de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, la mayor colección de dibujos de Rafael Sanzio, acuarelas de Turner, cuadros de Manet, Renoir, Picasso, Tiziano o Rembrandt, atuendos de Lawrence de Arabia y una de las mejores selecciones de pintura prerrafaelita. 

En el museo también se encuentra el Instituto Griffith, dedicado al estudio de la egiptología, y la Institución Taylor, la facultad de lenguas modernas de la Universidad de Oxford. Así, visitantes y comisarios, estudiantes y especialistas, se reúnen bajo los tejados de este gran edificio en el que se pueden contemplar maravillas de todas las épocas y países sin salir de una habitación.