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Crímenes que cambiaron la historia: episodio 15

El asesinato de Gandhi, el "padre" de India

Su sueño era liberar al país del yugo británico, aunque para conseguirlo tuvo que lidiar con los conflictos internos entre hindúes y musulmanes. En el proceso, se convirtió en uno de los líderes políticos más influyentes del mundo.

Su sueño era liberar al país del yugo británico, aunque para conseguirlo tuvo que lidiar con los conflictos internos entre hindúes y musulmanes. En el proceso, se convirtió en uno de los líderes políticos más influyentes del mundo.

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TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

Hoy vamos a hablar de Gandhi, líder del movimiento por la independencia de India e icono del pacifismo que, irónicamente, sufrió una muerte violenta a manos de un extremista.

A lo largo de unos cincuenta años, Gandhi luchó para que India se librase del yugo británico, defendió a los más vulnerables, e inspiró movimientos de derechos civiles con su desobediencia no violenta. Su ejemplo y su trabajo lo elevaron a la categoría de “padre” de su país, donde lo llamaban Mahatma, que significa “gran alma”. Inicialmente, las campañas de Gandhi buscaban combatir el trato de ciudadanos de segunda que los indios recibían bajo el régimen británico. Pero, con el tiempo, su objetivo se volvió más ambicioso: los abusos del gobierno colonial británico en India no dejaban otra opción que pedir su expulsión total. Este objetivo se cumplió en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Desafortunadamente, la victoria india quedó manchada por los conflictos entre hindúes y musulmanes. Sus diferencias eran tan irreconciliables, que necesitaron crear dos estados independientes -India y Pakistán-, en lugar de convivir en una India unificada, como Gandhi había deseado. Decepcionado por el clima de violencia que se había desatado, Gandhi dedicó todo su esfuerzo a apaciguar a unos y otros. Fue en esta época, marcada por el odio y la desconfianza, cuando Gandhi se convirtió en el objetivo de un radical hinduista.

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El 30 de enero de 1948, Mahatma Gandhi despertó en la mansión de un industrial y benefactor de Nueva Delhi. Gandhi había viajado allí para intentar calmar los ánimos entre hindúes y musulmanes. La separación de India y Pakistán se había acordado para evitar una guerra civil, pero lo cierto es que no fue suficiente para lograr la paz: había hindúes y musulmanes a los dos lados de la frontera, y los conflictos entre ellos se saldaron con unos dos millones de muertos, y quince millones de desplazados. Gandhi, que había hecho campaña por la retirada de Gran Bretaña de India, pero era contrario a la separación de India y Pakistán, intentó utilizar su influencia para pacificar la situación.

Durante meses, Gandhi viajó a las zonas más conflictivas, criticando las muestras de intolerancia de los dos lados, consolando a las víctimas, e intentando rehabilitar a los refugiados. Cuando no era capaz de frenar la violencia por medio del diálogo, utilizaba su recurso estrella: lahuelga de hambre. Así cosechó dos grandes victorias para la paz: sus huelgas de hambre consiguieron detener los disturbios, primero en Calcuta, y, cuatro meses después, en Nueva Delhi. Aquel 30 de enero hacía apenas doce días del fin de esta última huelga de hambre… y diez días desde que alguien había intentado asesinarlo.

ASÍ FUE LA VIDA DEL LÍDER DE MASAS

Gandhi nació en Porbandar, una ciudad costera del oeste de India, en 1869. Pertenecía a la casta vaisia -que agrupaba a comerciantes, artesanos, terratenientes y agricultores-. Su padre venía de una familia humilde, pero consiguió convertirse en administrador de la corte del príncipe local. Su madre era una mujer muy devota, dedicada a su familia y a su religión. Mohandas -que era el nombre de nacimiento de Gandhi- fue educado en el visnuismo, una rama del hinduismo de moralidad muy sólida, que condena el uso de la violencia hacia cualquier ser vivo. Así, desde muy joven, Gandhi integró en su vida el rechazo a la violencia, el vegetarianismo, el ayuno como método de purificación, y la tolerancia hacia otras religiones. Estas prácticas lo acompañarían toda su vida.

El Gandhi adolescente nunca hubiese previsto convertirse en un líder de masas. De chaval, no destacaba ni en los estudios ni en el deporte, y era extremadamente tímido. A los trece años, sus padres lo casaron con Kasturba Makhanji, la hija de unos amigos, como era tradición en su cultura. Pero Gandhi soñaba con conocer el Reino Unido, así que consiguió reunir el dinero que necesitaba, e irse a estudiar Derecho a Londres. Allí hizo amistad con socialistas y filósofos, y sus ideales políticos empezaron a tomar forma.

A los veinticuatro años, Gandhi aceptó una oferta para trabajar para una empresa india en Sudáfrica. Esta decisión fue crucial en su despertar político y social. Allí, Gandhi experimentó la discriminación racial en sus propias carnes. En un tribunal, un magistrado europeo le ordenó que se quitase el turbante; Gandhi se negó y abandonó la sala. Unos días después, mientras viajaba a Pretoria en tren, fue expulsado de un vagón de primera clase, y más tarde el conductor de una diligencia -un hombre blanco- lo golpeó por negarse a cederle su asiento a un pasajero europeo. También rechazaron darle alojamiento en un hotel bajo la excusa de que era “solo para europeos”. Pero estas experiencias desagradables no consiguieron hundirlo; al contrario, hicieron que se rebelase contra la injusticia, y que defendiese su dignidad como indio y como hombre. Fundó el Partido Indio del Congreso del Natal para unir a la comunidad india en Sudáfrica, y publicó artículos que exponían las injusticias que sufrían los indios y otros colectivos bajo el dominio británico. Fue en esta época cuando desarrolló la satyagraha o “devoción a la verdad”, su técnica de protesta no violenta. Durante los más de veinte años que pasó en Sudáfrica, Gandhi no solo intentó transformar la sociedad en la que vivía; también se transformó a sí mismo, librándose de las ataduras típicas de las personas que tocan poder. Un académico británico escribió sobre él que…

“…hay que tener mucho cuidado con cómo se trata con un hombre que no tiene interés alguno por el placer sensual, la riqueza, la comodidad, los halagos, o el ascenso social; que simplemente está decidido a hacer lo que cree que es correcto”.

Gandhi y su familia volvieron a India en el verano de 1914, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. La guerra encontró tal oposición en India, que el gobierno colonial británico tuvo que decretar una ley que permitía encarcelar a sospechosos de sedición sin juicio previo. Aunque al principio de la guerra Gandhi apoyaba al Reino Unido, esta jugada marcó el principio de su distanciamiento del país que un día le había fascinado, y revitalizó su activismo.

SU DESARROLLO POLÍTICO

Hacia 1920, Gandhi era la figura política más relevante de India, y uno de los líderes más influyentes del mundo. Tomó las riendas del Congreso Nacional Indio, un partido político ya existente, y lo convirtió en una enorme organización que él guiaba en sus acciones no violentas. Estas acciones incluían boicots a productos británicos, leyes, tribunales, oficinas y escuelas. Sus campañas se centraban en la educación rural, la igualdad social, y la industria artesanal, los tres pilares que Gandhi creía que podían sostener a una India pacífica y autosuficiente. Sus acciones sacudieron al país; su ejemplo contribuyó a romper el miedo al poder extranjero, y empujó a la acción a miles de conciudadanos, que desafiaban las leyes británicas sin temor a ser encarcelados. La semilla de la rebelión pacífica estaba plantada.

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La fase final en la lucha por la independencia de India llegó en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Gandhi se había retirado del partido, y dedicaba su tiempo a la educación y desarrollo de la India rural. Pero la guerra hizo que volviese a la política activa. Tras una serie de agravios intolerables del gobierno colonial a India, Gandhi decidió exigir la retirada inmediata del poder británico, en un movimiento que se convirtió en el más poderoso de la historia del país. Las consecuencias fueron implacables: Gandhi y todos los líderes de su partido fueron encarcelados, incluida su esposa, Kasturba, que murió en prisión en 1944, poco antes de que liberasen a Gandhi. Las tornas cambiaron al año siguiente, con la victoria del Partido Laborista británico en el Reino Unido. El nuevo gobierno entró en negociaciones con los líderes del partido de Gandhi y la Liga Musulmana. Gandhi participó en las mediaciones, pero no pudo evitar la división de India y Pakistán. El 15 de agosto de 1947, India era por fin independiente. La lucha contra el poder extranjero había terminado, pero el país continuaba en llamas por las luchas internas entre hinduistas y musulmanes.

UN FINAL INESPERADO

Para Gandhi, aquel 30 de enero estaba siendo una jornada como cualquier otra, entre rezos y reuniones. Pero, para Nathuram Godse, un fundamentalista de treinta y nueve años, aquel sería un día trascendental; porque aquel era el día en el que iba a matar a Mahatma Gandhi. En aquel momento, Gandhi era odiado tanto por partisanos de la comunidad hinduista como de la musulmana, ya que ambos bandos lo acusaban de favorecer al contrario. Godse pertenecía al bando hinduista, y tenía relación con un partido de ultraderecha. Godse y otros como él creían que Gandhi había beneficiado demasiado a los musulmanes, y veían esto como una traición. Incluso lo culpaban por el derramamiento de sangre que había causado la separación entre India y Pakistán -a la que Gandhi era contrario-. Según Godse, el movimiento no violento de Gandhi era:

“parte de un complot para permitir que los hindúes sean masacrados por los musulmanes”.

Pasadas las cinco de la tarde, Gandhi se dirigía a su sesión de rezo vespertina. Se estaba recuperando de su última huelga de hambre, así que caminaba con la ayuda de sus dos sobrinas-nietas, Manu y Abha, a las que se refería cariñosamente como sus “muletas”. Ellas lo llamaban Bapu, “padre”. Gandhi, que tenía setenta y ocho años, estaba débil y sabía que su vida corría peligro constante, pero estaba de buen humor. En el lugar habilitado para los rezos, una multitud esperaba al Mahatma. Gandhi subió a una plataforma de madera por unas escaleras, y juntó las palmas de sus manos en señal de saludo a los presentes, que le abrían camino. Godse esperaba de pie sobre la plataforma, entre otras personas. Esta vez, no iba a fallar. Gandhi avanzaba hacia él. Godse se dirigió a Gandhi uniendo las palmas de sus manos, que escondían entre ellas una pistola diminuta. Godse hizo una reverencia y dijo:

“Namaste, Gandhiji”.

Gandhi lo miró y unió sus palmas en señal de reconocimiento. Su sobrina-nieta Manu pensó que Godse iba a agacharse para besar los pies de Gandhi, cosa que al Mahatma no le gustaba. Así que intentó apartarlo diciéndole:

“Hermano, Bapu llega tarde a su rezo. ¿Por qué lo entretienes?”.

Entonces, Godse empujó a Manu a un lado con su mano izquierda, dejando al descubierto brevemente la pistola que sostenía con la derecha. Con el empujón, a Manu se le cayeron al suelo los objetos que llevaba en las manos, y durante unos segundos siguió regañando a aquel seguidor tan molesto. Cuando Manu se agachó a recoger sus cosas, tres disparos ensordecedores rompieron la paz del lugar. El asesino había disparado a Gandhi en el abdomen y el pecho a quemarropa. Cuando sonó el tercer disparo, Gandhi seguía de pie, con sus palmas unidas. Entonces se le oyó decir:

“He Ram, He Ram…”

 “Oh, Dios; Oh, Dios…”. Gandhi cayó al suelo lentamente, y apoyó la cabeza en el regazo de Manu y Abha. Su cara palideció, y su chal blanco de lana se tiñó de rojo sangre. El aire se llenó de humo, y el pánico cundió entre los presentes. En cuestión de segundos, Mahatma Gandhi estaba muerto.

Godse no se resistió. Momentos después del asesinato, la multitud lo acorraló, y la policía se lo llevó detenido. En el juicio, leyó una declaración de treinta mil palabras -es decir, más de cinco horas de lectura- sobre sus motivos para asesinar a Gandhi. Godse declaró que Gandhi había demostrado ser el “Padre de Pakistán”, no de India, y que era responsable del sufrimiento de la comunidad hindú. Aunque aseguró que había actuado solo, siete de sus cómplices fueron encontrados y juzgados. Se cree que el autor intelectual del crimen, y del atentado anterior, fue Vinayak Damodar Savarkar, un político hindú que odiaba a Gandhi; pero fue absuelto por falta de pruebas. A pesar de sus esfuerzos por justificar su acción homicida, Godse no encontró piedad en el tribunal que lo juzgó: recibió la pena capital, y fue ahorcado en noviembre de 1949.

LAS REACCIONES A SU MUERTE

La noticia del asesinato de Gandhi corrió rápido en India, y las reacciones no se hicieron esperar. Unos optaron por la violencia que el Mahatma tanto había rechazado, y desataron el caos en las calles de Bombay. Otros lloraron pacíficamente al padre de la nación. El primer ministro indio, Jawaharlal Nehru, declaró un día de luto nacional, y anunció que el 31 de enero se celebraría una ceremonia de cremación a la orilla del río Jumma. Nehru lamentó la muerte de Gandhi, diciendo:

“Nuestra luz se ha apagado, pero la luz que brilló en este país no era una luz cualquiera. Esa luz seguirá viéndose en este país durante mil años, y el mundo también la verá”.

Líderes políticos de todo el mundo también expresaron su pesar por la noticia. El presidente norteamericano Harry Truman declaró que…

“Gandhi era un gran nacionalista indio, pero también un líder de altura internacional”.

 

 

El New York Times publicó que…

“Esta noche, entremezclado con la tristeza, había un trasfondo de miedo e incertidumbre, ya que la influencia pacífica más poderosa que esta generación ha conocido ha desaparecido”.

Entrado el siglo XXI, Gandhi sigue siendo una de las figuras más reconocibles y admiradas del mundo. Su gran rol como mediador y reconciliador ha quedado de manifiesto, y ha pasado a la historia como un icono de la lucha pacífica por la justicia social, la tolerancia religiosa, y la unión entre comunidades. Su resistencia no violenta inspiró a líderes de movimientos por derechos civiles como Martin Luther King Jr., y funcionó como catalizador de las revoluciones más importantes del siglo XX: los movimientos contra el colonialismo, el racismo, y la violencia. No en vano, la independencia de India supuso el primer paso en el proceso de desaparición del Imperio británico en Asia y África. A día de hoy, en una época de crisis continuas, desigualdad creciente, y catástrofes naturales o nucleares amenazantes, puede que las ideas y técnicas pacíficas de Gandhi sean cada vez más relevantes.