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En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de mineros rumanos descubrió en la cueva de Cioclovina, en Transilvania, un cráneo humano que presentaba signos de violencia. Muchos años después de terminada la contienda, ese cráneo pudo datarse: tenía 33.000 años de antigüedad y pertenecía a un hombre adulto.
El cráneo de Transilvania ha intrigado a los estudiosos desde entonces. Dos fracturas en su parte superior son la causa de este interés. Muchos han afirmado que estos golpes son una consecuencia del paso del tiempo, aunque un grupo de forenses que ha vuelto a estudiar recientemente este fósil ha determinado que las fracturas fueron casi con total seguridad provocadas por dos fuertes golpes en la cabeza que provocaron la muerte del individuo. Si esto es así, nos hallaríamos ante uno de los asesinatos más antiguos entre humanos modernos del que tenemos constancia.
Golpeado de frente
Según Elena Kranioti, antropóloga forense de la Universidad de Creta y coautora de un estudio sobre el cráneo de Cioclovina que acaba de publicarse en la revista PlosOne, las dos fracturas se produjeron alrededor del momento de la muerte del individuo. Tanto la primera lesión, por hundimiento, situada en el hueso occipital (en la base del cráneo), como la segunda, en el parietal derecho, no muestran signos de cicatrización, lo que implica que no tuvieron tiempo de curarse. El estudio concluye que o bien se produjeron durante el proceso de fosilización o bien en un momento cercano a la muerte del individuo (lesiones perimortem).
Las dos fracturas del cráneo de Cioclovina no muestran signos de cicatrización, lo que implica que no tuvieron tiempo de curarse
Para intentar descubrir el momento en que se produjeron las fracturas, los investigadores realizaron una tomografía computerizada (TAC) al cráneo de Cioclovina desde todos los ángulos. Los resultados mostraron que la fractura por hundimiento presenta fragmentos de hueso astillados sujetos al resto del hueso. Además se expande de un modo concéntrico. Por su parte, el golpe en la base del cráneo afecta al foramen magnum, el agujero por donde pasan todas las conexiones nerviosas, y la fractura sigue hasta el esferoides, un hueso que se encuentra en lo más profundo del rostro, y aparece deformado. La conclusión es que las fracturas son perimortem, ya que si fueran posmortem (después de la muerte) faltarían marcas de deformación plástica del hueso y la rotura presentaría ángulos rectos irregulares.

Simulación de los golpes recibidos
Foto: PLOS
Otro punto importante a investigar ha sido la causa de los golpes, y si provocaron la muerte del individuo. Se llevaron a cabo varios ensayos con esferas fabricadas con hueso artificial y rellenas de una gelatina especial usada en ensayos balísticos. Las únicas fracturas que encajaron con las de la calavera de Cioclovina fueron las provocadas por un palo en dos golpes sucesivos. Así, el análisis forense sugiere que el ataque se produjo de frente y que el autor o era zurdo o usó ambas manos para sujetar un palo o un objeto contundente similar. Conclusión: la muerte fue causada por un traumatismo craneal provocado por fuertes golpes en la cabeza.
Un asesinato en Atapuerca
El de Cioclovina no es el primer asesinato de la historia humana que conocemos, pero es importante porque demuestra que tanto los humanos modernos, como los que les precedieron, hicieron un uso continuado de la violencia en sus relaciones sociales. Por ejemplo, en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), se descubrió el primer asesinato del que se tiene constancia en el registro fósil y cuyo estudio se publicó en 2015.
"Es muy difícil determinar el grado de violencia que existió entre los diversos grupos de homínidos" explica Juan Luis Arsuaga
Se trata de la calavera (cráneo 17) de un homo heidelbergenis de una antigüedad de 430.000 años descubierta en la Sima de los Huesos, y que presenta dos agujeros a la altura de la frente, por lo que el individuo debió de ser golpeado con un objeto puntiagudo. Según comenta el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, coautor el estudio, es muy difícil determinar el grado de violencia que existió entre los diversos grupos de homínidos, pero en el Paleolítico era más habitual un tipo de violencia del grupo hacia el individuo (una violencia de control social) que una violencia organizada entre grupos o entre individuos, algo más habitual en el Neolítico.