El arte de la vanidad

El arte de la vanidad, autorretratos ocultos en las obras maestras de la historia

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Museo del Prado

Aunque muriera hace siglos, todos sabemos que Diego Velázquez tenía una mirada profunda, una melena que le caía hasta el cuello y lucía un bigote cuyos extremos apuntaban hacia arriba. La imagen del artista que nos viene a la cabeza la realizó él mismo en 1656 y aparece en su obra más famosa, Las Meninas. La gran mayoría de los más grandes artistas de la historia han sucumbido a la vanidad de pasar a la posteridad en un autorretrato dentro de sus obras. 

Muy pocos han resistido la tentación del autorretrato: en un busto que inmortalizara su efigie, pero también escondidos en algún lugar de sus obras más emblemáticas para reafirmar su autoría y su talento. Así lo hicieron, además de Velázquez, Miguel Ángel, Caravaggio o Rembrandt, que aparecen en alguna de las pinturas más reconocibles de la historia del Arte como el Juicio Final o la Ronda de noche. Lo autorretratos escondidos que vamos a descubrir.

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El genio barroco

Bridgeman Images / Cordon Press

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El genio barroco

Cuando acometió Las Meninas, Velázquez tenía más de 50 años y era una verdadera institución en la corte de Felipe IV. No solo era el pintor más admirado de su tiempo, sino que acumulaba cargos al servicio del rey y podía presumir de la amistad del monarca. Él era consciente de ello y se retrató de forma solemne en la inmortal estampa junto al círculo más próximo de la familia real. Pero no fue la única vez que se incluyó en una de sus obras maestras. Veinte años antes ya aparecía, de manera discreta, detrás del caballo en La rendición de Breda, mirando desafiante al espectador que admire su talento.

Homenaje a Velázquez

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Homenaje a Velázquez

Esta forma de proceder de Velázquez era una reivindicación de su talento singular y de la pintura como una actividad noble cuyos autores merecían pasar a la posteridad. Un siglo después, Francisco de Goya rendiría homenaje a Velázquez en un óleo mucho más formal, La Familia de Carlos IV. Igual que hiciera el maestro sevillano, Goya también se incluyó en la pintura detrás de un lienzo gigantesco, pero de forma más discreta. El autorretrato trasladado a la penumbra del fondo muestra, tal vez, el carácter más bien introspectivo del autor. 

Elogio de la pintura

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Elogio de la pintura

Hasta la Edad Media, los pintores fueron considerados unos trabajadores manuales, sus nombres eran anónimos y su talento era apenas reconocido. Incluirse a uno mismo no solo tenía por propósito pasar a la posteridad. También era una manera de reivindicar el oficio de pintor como uno de los más elevados y separarlo de los oficios mecánicos. Normalmente, se hacía de manera discreta, pero a mediados del siglo XV Rogier van der Weyden decidió convertirse en la figura principal de San Lucas pintando a la Virgen. el rostro del santo artista es un autorretrato del propio pintor, cuya figura supera en tamaño a la propia virgen, cosa que demuestra una cierta arrogancia.  

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Artistas no tan anónimos

Los pintores se incluían en sus obras para reivindicar su talento singular, como Taddeo di Bartolo en este retablo de la virgen de inicios del siglo XV. Di Bartolo se incluyó en el panel central, bajo la virgen. El personaje que mira hacia el espectador resaltado en la fotografía junto a la tumba vacía de la Virgen.

1527px Filippo Lippi   Incoronazione della Vergine   Google Art Project

Galeria degli Uffizi

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Entre santos, ángeles y mártires

También a mediados del siglo XV Filippo Lippi ejecutó esta Coronación de la Virgen, en la que aparecen multitud de figuras bíblicas, ángeles y santos, representados en posiciones informales; la mayoría de ellos son probablemente retratos de personas existentes. El propio Lippi aparece arrodillado a la izquierda del espectador.

El monje despreocupado

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El monje despreocupado

Lippi es el monje carmelita que asiste a la coronación celestial, aunque no parece pendiente del sagrado acto al que asiste. Vestido con la túnica blanca de los carmelitas, orden en la que profesaba el artista. Lippi era, digámoslo así, un monje con pasiones muy humanas, que le eran perdonadas por su enorme talento artístico. En esta obra demostró su vanidad no solo retratándose sino haciéndolo en esta pose tan irreverente.

El pintor dormido

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El pintor dormido

En una actitud muy diferente se autorretrató Piero della Francesca en La resurrección de Cristo. El pintor sería el soldado romano que duerme plácidamente a los pies de Cristo. El contacto de su cabeza con el asta del estandarte de Jesucristo representaría el contacto del pintor con la divinidad.

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Los primeros artistas

El procedimiento habitual para incluirse en la obra era este mismo, el artista se autorretrataba de manera discreta en un extremo de la obra. Así lo hizo Sandro Botticelli, uno de los pintores preferidos de los poderosos Médicis, que también el espectador tiene a su derecha con la mirada vuelta hacia él en esta Adoración de los Magos. A diferencia de Velázquez, su figura no está oculta por ningún elemento.

¿Un pintor entre hdalgos?

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¿Un pintor entre hidalgos?

Esta pose discreta mirando hacia el espectador entre el gentío de un retrato múltiple es lo que ha llevado a pensar que el hidalgo toledano que dirige la mirada hacia el observador por encima del monaguillo que sostiene el cadáver del señor de Orgaz sería el propio Greco. Argumentos a favor, es el único que mira de frente y muestra su mano, ¿una reivindicación? Lo que sí parece seguro es que el niño que ase la antorcha es el hijo del pintor.

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¿El primer autorretrato?

Los cada vez menos anónimos artistas se iban haciendo un nombre y su trabajo era cada vez más respetado. Jan van Eyck, por ejemplo, gozaba de una posición destacada como pintor oficial de la ciudad de Brujas y en 1433 realizó, tal vez, el autorretrato independiente más antiguo de la historia del arte en Europa. Se trata de Retrato de un hombre, en el que destacad el tocado, un llamativo chaperón (que no turbante), rojo.

La marca del artista

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La marca del artista

Jan van Eyck tampoco resistió a la tentación e incluirse en una de sus obras maestras, "El matrimonio Arnolfini", en la que demostró su maestría incluyéndose en este genial "autorretrato convexo" en el espejo dispuesto al fondo de la habitación.

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Autorretrato desnudo

Uno de los geniales retratistas del siglo XVI fue Alberto Durero, con obras como el autorretrato expuesto en el Museo del Prado. También fue el autor de uno de los autorretratos más originales de la historia, el único autorretrato desnudo hasta el siglo XIX. 

La piel de Miguel Ángel

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La piel de Miguel Ángel

En El Juicio Final de detrás del altar de la Capilla Sixtina se encuentra un autorretrato de los más original. Miguel Ángel se representó en la piel que sostiene San Bartolomé, el apóstol murió como mártir desollado, según la tradición cristiana. El rostro de la piel inerte se atribuye al artista.

Autorretrato sanguinario

Galleria Borghese

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Autorretrato sanguinario

Pero para autorretrato macabro el de David y Goliat de Caravaggio. El pintor tenebrista y pendenciero aplicó toda la brutalidad y el naturalismo con el que reflejaba los episodios más variados a sí mismo. Su propio rostro sirvió de modelo para la cabeza cortada e inerte del gigante decapitado por el joven israelita. Difícil no asociar esa brutalidad con su propia biografía, repleta de peleas, asesinatos y delincuencia.

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caravaggio baco

Veinte años antes ya se había autorretratado como un Baco enfermo. Por esas fechas, el pintor estaba internado en el hospital a causa de las heridas recibidas por la coz de un caballo o, como piensan otros autores porque había contraído la malaria.

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Venganza y desquite

De maestro a discípula y de víctima a verdugo. Artemisia Gentileschi se retrató en Judit decapitando a Holofernes como la heroína judía que acaba con la vida del malvado general babilonio. La vida de Gentileschi fue muy dura y tuvo que superar muchos obstáculos por ser mujer y dedicarse a un oficio de hombres. El peor episodio de su biografía fue sin duda al ser violada cuando era muy joven. La venganza se la tomó a través del arte.

Discreción extrema

Rijksmuseum

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Discreción extrema

Rembrandt era un veradero maestro del retrato y el autorretrato. Hizo decenas de ellos a lo largo de su vida. En su archiconocida obra maestra, Ronda de noche, detrás de Frans Banninck Cocq y su milicia, que pagaron por aparecer en sus mejores galas, aparece, discreta, una cabeza de la que apenas se ve un ojo. Hay quien cree que se trata del propio Rembrandt, que saldría así en su obra más famosa.

claesz vanitas

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Vanidad y talento

Un autorretrato integrado de forma original dentro de una obra de temática muy diferente es esta Vanidad con violín y bola de cristal de Pieter Claesz. Se puede ver el reflejo deformado del pintor checo pintando su bodegón en la bola de cristal.