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Desde que en 1990 se encontraran restos arqueológicos a los pies del faro de Trafalgar, el yacimiento ha sido objeto de una larga campaña de excavaciones como parte del programa Arqueostra de la Universidad de Cádiz, un proyecto que año tras año revela nuevos aspectos de la presencia romana en el sur peninsular.
Una villa a orillas del Mediterráneo
Durante el verano de 2021 aparecieron en el cabo una serie de estructuras en la playa de la Mari Sucia, entre las que destacaban unas grandes piletas de entre 1.5 y 2 metros de profundidad destinadas al criado de los moluscos que han sido excavadas en estos últimos meses.

La poca profundidad del fondo rocoso que rodea el Cabo Trafalgar permitía la recolección fácil y rápida de todo tipo de moluscos.
Foto: iStock
En el curso de esta nueva campaña han aparecido un total de 13 piscinas del mismo tipo impermeabilizadas con opus signinum (un tipo de hormigón hidráulico), en las que se criaba y engordaba a los moluscos. Además junto a los edificios se ha encontrado un vertedero con decenas de conchas de mejillón, burgaíllo y ostra, lo que demuestra que la función de esta villa fue más industrial que residencial.
Aunque hasta ahora se creía que la fábrica solo había estado activa durante el primer siglo de nuestra era, los trabajos realizados han permitido ampliar su cronología en 300 años, pues los últimos restos cerámicos encontrados datan de finales del siglo IV d.C.
Placer y negocio
Simultáneamente a la excavación de la villa el equipo gaditano ha continuado con la excavación de unos baños cercanos situados a 500 metros, en los que han aparecido dos nuevas estructuras, una de ellas relacionada también con la producción de salazones.

Junto a Coria del Río los arqueólogos de la UCA exploran los restos de un complejo termal romano.
Universidad de Cádiz

La estructura se articulaba alrededor de un gran patio, en su parte superior izquierda se pueden observar las dos piscinas y un largo mostrador para procesar la comida.
Foto: Universidad de Cádiz
Se trata de una gran instalación de 150m2 dedicada a la producción de una salsa muy apreciada por los romanos: el garum. El edificio contaba con tres piscinas para mantener el pescado vivo y una gran mesa de ocho metros para su despiece. Una vez mezcladas sus tripas y trozos con sal y aceite se las sellaba en vasijas de cerámica, que fermentaban al sol en un pequeño patio interior con forma de L.
Según el director de las excavaciones Darío Bernal, la villa de Cabo Trafalgar presenta un excelente estado de conservación, y es “la única conocida en toda la antigua provincia romana de la Baetica en la que conviven las actividades de acuicultura con la producción de garum y salazones de pescado”.

Las tumbas de la Edad del Bronce se han convertido en uno de los atractivos turísticos de la zona.
Foto: Universidad de Cádiz
De cara al próximo verano se quiere adaptar la villa para que pueda ser visitada por el público, que así podrá combinar unas ociosas vacaciones con una visita cultural sin alejarse de la playa.
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