Los arqueólogos españoles del Proyecto Djehuty descubren un jardín funerario egipcio

La posible existencia de estos jardines funerarios del Antiguo Egipto, que contenían diferentes plantas y flores, sólo se conocía por la iconografía presente en las paredes de las tumbas

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Foto: CSIC Comunicación

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Jardín funerario

En el centro del mismo hay dos cuadrados más elevados que el resto, probablemente concebidos para plantar un árbol pequeño o un arbusto, y en una de las esquinas se ha conservado la raíz y parte del tronco de un tamarisco que aún se mantenía erguido.

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Jardín funerario

Restos del jardín funerario descubierto por el equipo de investigación del CSIC.

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Tumba de Remini

Detalle de la tumba de Remini, en la que aparece un jardín funerario.

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Reconstrucción del jardín funerario

Reconstrucción del jardín funerario. En su interior crecían diferentes clases de plantas y flores.

Foto: CSIC Comunicación

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Reconstrucción del jardín funerario

"Se trataba de un pequeño jardín o huerto rectangular, elevado medio metro del suelo y dividido en cuadrados. Junto a él se plantaban, además, un par de árboles", explica José Manuel Galán.

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Dátiles y semillas

Dátiles y semillas recuperados junto al jardín funerario.

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Capilla de adobe

Pequeña capilla de adobe con tres estelas o lápidas de piedra en su interior.

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José Manuel Galán

José Manuel Galán, investigador del CSIC y director del Proyecto Djehuty.

Foto: Ministry of Antiquities, Egypt

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Estela de la dinastía XIII

Los arqueólogos también han descubierto tres estelas de la dinastía XIII, que son posteriores a la tumba y al jardín.

Foto: Ministry of Antiquities, Egypt

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Estela de la dinastía XIII

Estela de la dinastía XIII hallada por el equipo arqueológico del Proyecto Djehuty.

Los arqueólogos del Proyecto Djehuty, dirigido por José Manuel Galán, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han excavado los restos de un jardín funerario egipcio, el primero que se ha descubierto hasta ahora, en la colina de Dra Abu el-Naga, según ha revelado hoy el CSIC. El jardín funerario, de unos 4.000 años de antigüedad, ha sido hallado en un patio abierto a la entrada de una tumba tallada en la roca, muy probablemente de la dinastía XII. Está formado por un rectángulo y varios compartimentos cuadrados en su interior que, según los expertos, contenían diferentes clases de plantas y flores. En el centro del mismo hay dos cuadrados más elevados que el resto, probablemente concebidos para plantar un árbol pequeño o un arbusto, y en una de las esquinas se ha conservado la raíz y parte del tronco de un tamarisco que aún se mantenía erguido. Junto a uno de los lados del rectángulo también ha aparecido un tazón con dátiles y frutos que formaría parte de una ofrenda.

En una de las esquinas se ha conservado la raíz y parte del tronco de un tamarisco

"Conocíamos la posible existencia de estos jardines porque aparecen representados en las paredes de las tumbas, donde los egipcios representaban cómo querrían que fuera su funeral y la entrada a sus tumbas", comenta Galán. "Es la primera vez que uno de ellos ha sido encontrado físicamente, es la primera vez que la arqueología confirma lo que se deducía por la iconografía", añade. Las plantas cultivadas en ese jardín probablemente tenían un significado simbólico y una cierta importancia en los rituales funerarios. "Sabemos que la palmera, el sicomoro y los árboles del género Persea estaban asociados con la esperada capacidad de resurrección del difunto, y plantas como la lechuga tenían connotaciones de fertilidad y, por tanto, de vuelta a la vida. Ahora habrá que esperar a ver qué plantas logramos identificar mediante el estudio de las semillas recogidas", afirma.

Por otro lado se ha descubierto una pequeña capilla de adobe, con tres estelas o lápidas de piedra en su interior, adosada a la fachada de la tumba excavada en la roca. Las estelas son posteriores a la tumba y al jardín, pues datan de la dinastía XIII, en torno al 1800 a.C. Los hallazgos del Proyecto Djehuty, que ya suma 16 campañas arqueológicas, ayudan a esclarecer una época clave: el momento en que Tebas, la actual Lúxor, se convierte por primera vez en la capital del reino unificado del Alto y Bajo Egipto, hace ya unos 4.000 años.