Los antiguos egipcios cultivaban y comían sandías

Un estudio sobre el ADN de unas hojas de sandía descubiertas en el siglo XIX en una tumba egipcia parece demostrar que los habitantes del país del Nilo cultivaban una variedad de esta fruta muy parecida a la actual

 En el siglo XIX se encontraron hojas de sandía en una tumba, enterradas junto a una momia, que han sido analizadas genéticamente en la actualidad

En el siglo XIX se encontraron hojas de sandía en una tumba, enterradas junto a una momia, que han sido analizadas genéticamente en la actualidad

foto: iStock

Cuando llega el calor estival, uno de los mayores placeres que se pueden disfrutar y una excelente forma de refrescarse es comer una rodaja de sandía bien fresca. Pero no somos nosotros los únicos que pensamos así, hace miles de años en el antiguo Egipto la gente, al parecer, hacía lo mismo. Eso es lo que se desprende de un reciente estudio publicado por la botánica alemana Susanne Renner, de la Universidad de Múnich, en la revista científica bioRxiv.

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Algunas pinturas descubiertas en al menos tres tumbas egipcias representan lo que, según los especialistas, parecen ser, sin duda, sandías (una de ellas incluso tiene la piel recorrida por bandas de color verdoso, como algunas de las variedades modernas). En el siglo XIX se encontraron hojas de sandía en una tumba, enterradas junto a una momia, que fueron enviadas en 1876 al botánico inglés Joseph Hooker, responsable del jardín botánico de Kew, en Londres.

En 1876 se enviaron a Londres algunas hojas de sandía halladas en una antigua tumba egipcia

En busca de las sandías egipcias

La botánica Susanne Renner ha querido investigar estas hojas para, mediante un análisis de ADN, conocer el aspecto de estas antiguas sandías egipcias. Para ello solicitó a Mark Nesbitt, botánico del jardín de Kew, una muestra de las milenarias hojas. Renner y su equipo secuenciaron el ADN en los laboratorios de la Universidad de Oxford y lo compararon con seis parientes cercanos de las sandías actuales (la mayoría de ellos de carne blanca y sabor amargo). Los investigadores sólo fueron capaces de conseguir una secuencia parcial del genoma, pero ésta incluía dos genes cruciales que revelaron cómo eran las sandías egipcias. Al parecer su carne era al menos tan dulce como la de las sandías actuales y del mismo color rojo que las que disfrutamos hoy. Lo que el análisis no ha podido determinar es el tamaño y la forma de estas frutas, pero las pinturas de las tumbas pueden informarnos al respecto. Al parecer tenían una forma alargada, muy parecida a la de las sandías modernas.

La secuenciación del ADN de las antiguas hojas de sandía ha revelado que son muy parecidas a las actuales, dulces y de carne roja

El estudio también ha constatado que las sandías egipcias estaban estrechamente relacionadas con las que aún se cultivan en la zona de Darfur, en Sudán, que tienen la carne blanca y un sabor dulce –éstas, al parecer, evolucionaron de algunas variedades salvajes africanas con un sabor más amargo–. Esto sugiere que las sandías fueron primero cultivadas por los agricultores de esta región y que, desde aquí, su cultivo se distribuyó hacia el norte, a lo largo del Nilo, y por el camino se fueron introduciendo mejoras, como la carne roja tan característica de esta fruta tan apreciada.

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