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Los arqueólogos tienen constancia de numerosos casos de rituales de sacrificios humanos en distintas civilizaciones antiguas, desde los vikingos hasta los mayas. Sin embargo, en pocas ocasiones se habían dado con casos tan espeluznantes como el de la antigua ciudad de Yin, capital de la dinastía Shang (siglos XVI - XI a.C.), en la que se estima llegaron a sacrificarse miles de personas en pocos cientos de años en China. Hasta la fecha los historiadores sabían que normalmente se sacrificaban hombres de edades comprendidas entre los 15 y los 35 años, y que cada ejecución segaba la vida de unas 50 personas, pero poco se conocía sobre la procedencia de los condenados.
Un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Journal of Anthoropological Archaeology sugiere que las personas allí ejecutadas eran probablemente prisioneros de guerra procedentes de otras regiones, quienes, además de ser condenados a tan macabro destino, fueron sometidos a trabajos forzados antes de recibir la pena capital.
La investigación, dirigida por Christina Cheung, bioarqueóloga de la Universidad Simon Fraser de Burnaby, Canadá, se basa en el estudio de los restos humanos hallados en fosas sacrificiales del cementerio real de Yinxu. Al comparar los isótopos de los restos de 68 cuerpos con los de 39 individuos de una zona cercana descubrieron que los ejecutados procedían de algún otro lugar.
Pistas de huesos oraculares
Además de ser la capital de la primera dinastía china sobre la que se tiene evidencia arqueológica, el yacimiento de Yinxu (situado en la actual provincia de Henan) es conocido por la profusión de textos escritos en huesos oraculares allí encontrados. En ellos, los adivinos practicaban inscripciones en caparazón de tortuga o huesos de buey para dejar constancia de sus predicciones y comunicarse con los antepasados.
"Estas inscripciones sugerían que muchas de las víctimas de sacrificios eran prisioneros de guerra de diferentes grupos enemigos –sostiene Cheung–, uno de los cuales se denominaba 'Qiang'. Aunque hasta la fecha no hemos podido verificar si los restos exhumados pertenecen a dicho grupo, sí podemos confirmar que al menos 30 de ellos no eran de Yinxu, y que llegaron allí años antes de ser sacrificados –explica la investigadora a National Geographic–. Hemos aportado la primera evidencia científica directa de una hipótesis que hasta la fecha solo aparecía en textos escritos de 3.000 años de antigüedad".
La clave está en la alimentación
Normalmente los científicos realizan pruebas de isótopos de estroncio con los restos de los dientes, pero como en la mayoría de los casos las víctimas habían sido decapitadas, en esta ocasión tuvieron que trabajar con otro tipo de mediciones.
Las pruebas obtenidas con isótopos de azufre y nitrógeno sugerían que las víctimas de sacrificios, igual que los pobladores de Yinxu, subsistían alimentándose de mijo, el alimento que más abundaba en aquella región. Sin embargo, descubrieron que su dieta era más pobre que la de la población local, como demuestra el menor contenido en proteína animal de los restos (entre 30 y un 40% menos, según los investigadores).
Los científicos también descubrieron que, aunque los isótopos de los huesos más grandes diferían de los de los habitantes locales, los más pequeños presentaban alguna similitudes, lo cual los ha llevado a deducir que aquellos debieron de pasar el suficiente tiempo viviendo en la antigua Yin como para asimilar los efectos de su nueva dieta.
Cheung y su equipo afirman que probablemente estuvieron retenidos al menos unos años antes de su muerte, algo normal, según los investigadores, teniendo en cuenta que los nobles de la dinastía Shang solían realizar sacrificios por encargo, lo cual implicaba que tenían que mantener a los condenados durante un período de tiempo antes de ofrecérselos al rey.
Los arqueólogos han deducido que aquellas víctimas seguramente fueron obligadas a realizar trabajos forzados antes de ser ejecutadas, pues, según apuntan, no tendría sentido mantenerlos por un período de tiempo tan largo sin encontrarles alguna utilidad.
Según Cheung, "hay al menos 3.000 restos sacrificiales solo en el cementerio, y muchos más en la zona del palacio real", con lo que se espera que los futuros análisis de los restos arrojen nueva luz acerca de estos misteriosos sacrificios multitudinarios practicados hace miles de años.