Animales en el antiguo Egipto

La relación de los antiguos egipcios con los animales tanto salvajes como domésticos con los que convivieron dice mucho de la mentalidad y la forma de vida de esta antigua civilización. En el Museo Egipcio de Barcelona, una exposición temporal realizada en 2017 dio a conocer al público el papel de los animales en el antiguo Egipto

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Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Sarcófago y momia de halcón

Además de Horus, otras divinidades fueron asociadas al halcón. Es el caso de Re-Haractes, el sol del mediodía; del dios tebano Montu; del menfita Sokar (como en el caso de esta pieza); o de Quebehsenuf, uno de los hijos de Horus, guardián de uno de los vasos canopos. Aunque es cierto que el arquetipo de halcón se debió inspirar, por supuesto, en el halcón peregrino, los estudios realizados sobre amplios conjuntos de momias presuntamente de este animal han podido determinar más de una veintena de especies diferentes de ave rapaz. Es el caso de la momia del Museo, que conserva el esqueleto completo del ave y, además, en perfecta conexión anatómica. La pieza pertenece al período ptolemaico (302-30 a.C.).

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Estatua de la diosa hipopótamo Tueris en granito

La representación de la diosa Tueris ("La Grande") reúne rasgos humanos (pechos y antebrazos), al tiempo que diferentes partes del cuerpo de animales poderosos y peligrosos: patas de león, cola de cocodrilo, cabeza y torso de hipopótama  preñada que, de hecho, es el animal predominante. Los hipopótamos habitan en las tranquillas aguas del Nilo, un entorno que evoca el Nun (es decir, el océano primigenio anterior a la creación). Por lo tanto, Tueris es una diosa relacionada con la inundación y la renovación de la vida. El furor con que la hipopótama puede llegar a defender sus crías, comportó que los egipcios le encomendaran la protección de las mujeres embarazadas y los recién nacidos contra todo tipo de seres malignos y enfermedades. El símbolo sa (protección) que sujeta delante es un compendio  de las facultades de la diosa. La pieza pertenece a la Baja Época (715-332 a.C.)

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Momia de gato

La gata es el animal sagrado de la diosa Bastet. Su culto fue especialmente importante a partir de la dinastía XXII, época en que Bubastis (Delta oriental) se erigió en capital del país. Además de un templo dedicado a la divinidad, en torno al cual se han podido localizar depósitos con incontables figuritas de bronce, miles de felinos momificados formaron parte de la necrópolis de gatos más extensa del antiguo Egipto. La demanda de estos animales, con el fin de utilizarlos como exvotos llegó a ser tan alta que, en muchos casos los gatos eran sacrificados para proceder a su momificación, tal como demuestran las tomografías realizadas en la momia completa más pequeña. La pieza pertenece al período ptolemaico-romano (302 a.C.-150 d.C.)

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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La importancia del cerdo a nivel religioso

Collar con tres cabezas de cerdo coronadas con el disco solar. Oro y turquesa. Período kushita. Dinastía XXV (715-332 a.C.). El cerdo tenía un papel importante desde el punto de vista religioso. Muy valorado por su potencia sexual y su capacidad de fecundación, diversas divinidades se representaban total o parcialmente en forma de cerdo.

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Momia de ibis

Miles de momias de ibis han sido localizadas en la necrópolis de Saqqara, pero sobre todo en Tuna el Gebel. Se trata de uno de los cementerios de Hermópolis, la ciudad del dios Tot, donde incluso se ha podido documentar  la existencia de granjas de estas aves, indispensables a la hora de satisfacer la gran demanda existente por parte de los devotos que costeaban su momificación y su sepultura. Las tomografías de la momia muestran el esqueleto completo del animal, así como numerosas conchas de caracol, las cuales fueron colocadas en el interior de una bolsa a modo de ofrenda de alimento. La momia pertenece a la Baja Época (715-332 a.C.)

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Sistro de fayenza y plata

La vaca Hathor es la madre protectora; es la nodriza del faraón, a quien amamanta tal y como hizo con Horus (el nombre de Hathor significa "la casa de Horus"); es quien acoge, en la Montaña Tebana, los difuntos al iniciar una nueva vida. Sin embargo, Hathor puede representarse como una mujer con orejas de vaca, tal como se observa a partir de las piezas expuestas. Hathor es también la diosa que su padre, el dios Ra, envió a la Tierra con el fin de hacerse respetar entre los humanos; transformada en leona, Hathor provocó una matanza de tal magnitud que tuvo que ser calmada mediante el uso de narcóticos. La pieza pertenece a la dinastía XXVI, durante el reinado de Amasis (570-526 a.C.).

Foto: Museo Egipcio de Barcelona

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Capitel de columna Hathórica

Tomando como motivo de inspiración el sistro, los egipcios definieron conceptual y artísticamente un tipo original, y particular, de columna, denominada hathòrica. El mango de este instrumento musical vendría a corresponder al fuste de la columna, mientras que la cabeza de la diosa, junto con la parte sonora del sistro, serían el capitel. El rostro de Hathor está formado por una cabeza de mujer con orejas de vaca, su animal sagrado. La columna hathórica fue especialmente utilizada en estructuras relacionadas con el nacimiento divino (los mammisi), así como en templos y capillas vinculadas a la diosa Hathor. La pieza está tallada en piedra calcárea y pertenece al período ptolemaico (304-30 a.C.).

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Busto de la diosa leona Sekhmet en granito

Sekhmet, la "Poderosa", fue la diosa leona por excelencia del panteón egipcio. Representaba la energía destructora del dios Ra, su padre, que podía manifestarse positivamente (destrucción de los enemigos del sol, protección del faraón en la guerra, o portadora de la vida en el valle del Nilo con la llegada de la inundación); o, por el contrario, lo podía hacer de forma muy negativa (propagación de enfermedades y desastres naturales). Una de las festividades religiosas relacionada con Sekhmet era la Fiesta de la Embriaguez, la finalidad era mantener la diosa bajo su aspecto más manso y benévolo. Se cree que la mayor parte de estatuas de Sekhmet en granito se erigieron para el templo funerario de Amenhotep III, en Tebas Oeste. Posteriormente, sin embargo, muchas de ellas fueron reinstaladas en el templo de Mut, en Karnak. Dinastía XVIII, reinado de Amenhotep III (1391-1353 a.C.)

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Cabeza de babuino, animal sagrado del dios Thot

Desde el punto de vista religioso, el comportamiento y el aspecto del babuino motivaron varias lecturas. Por el color blanquecino de su pelaje, se puede deducir su relación con la luna, bajo el aspecto del dios Hedy-ur ( "el Gran Blanco"), el cual recibía el sol cada mañana y le abría las puertas para que pudiera llevar a cabo su recorrido diurno. Originario de la ciudad de Hermópolis, Hedy-ur fue asimilado, en última instancia, al dios Todo, a raíz de su función como deidad del cómputo del tiempo. Por otra parte, la imagen del babuino sentado evoca inequívocamente la posición adoptada por los escribas, de los cuales Thot es la divinidad tutelar por ser el inventor de la escritura. Está tallado en piedra calcárea y pertenece a la dinastía XVIII (1550-1307 a.C.).

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Esfinge con cuerpo de león y cabeza de cerdo

En el antiguo Egipto, las denominadas esfinges eran seres imaginarios y de tipo híbrido, es decir, combinaban originariamente el cuerpo de un león sentado con la cabeza del faraón. Con el paso del tiempo, surgieron diversas variantes sobre este modelo inicial, destacando las esfinges de tipo criocéfalo (con cabeza de carnero, otro animal sagrado relacionado con el dios Amón) las cuales fueron utilizadas en las avenidas procesionales vinculadas a sus templos de culto, especialmente los de Karnak y Luxor. Tallado en piedra calcárea, pertenece al período ptolemaico (302-30 a.C.).

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Además de como alimento tanto para los vivos como para los difuntos, los animales estuvieron presentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana de los antiguos egipcios,sobre todo en el religioso puesto que muchos eran considerados manifestaciones terrenales de las divinidades y como tales se usaron como exvotos u ofrendas. Con tal fin, sobre todo en la Baja Época y durante el período Ptolemaico, se realizaron momificaciones masivas de algunos animales que se enterraban en necrópolis especiales como la de Sharuna, donde en 2014 el equipo arqueológico del museo, liderado por el egiptólogo Luis Manuel Gonzálvez, con la colaboración de la Universidad de Tübingen, encontró una tumba que contenía más de 500 momias de halcones.

Así, la exposición Animales sagrados del antiguo Egipto, que organizó en 2017 el Museo Egipcio de Barcelona, quiso hacer hincapié en el estrecho vínculo que unía a los antiguos habitantes del País del Nilo con el mundo animal que los rodeaba a través de 70 piezas (un 30% de las cuales se mostraron al público por primera vez).

El presidente de la Fundación Arqueólógica Clos, Jordi Clos, y el conservador del museo y comisario de la exposición, Luis Manuel Gonzálvez, comentaron algunas de las piezas más destacadas, como un sarcófago de madera y láminas de oro en forma de ibis, que contenía la momia de una de estas aves; una estatua en piedra del dios halcón Horus; una esfinge del dios Amón, o una colosal cabeza de babuino, símbolo del dios de la sabiduría Thot, que según Jordi Clos debía de haber pertenecido a una estatua de más de dos metros.

Entre las piezas más destacadas se encontraba la máscara funeraria en estuco de un cocodrilo, que aún conservaba las vendas usadas en la momificación del animal en su interior, así como varias momias de animales (entre ellas gatos, ibis, un halcón y una cría de cocodrilo). Como curiosidad, destacar el ataúd de una musaraña, con la representación de este animalillo en su exterior. Jordi Clos también destacó la procedencia novelesca de algunas de las piezas, como una figurita de bronce en forma de escorpión que perteneció a Lord Carnarvon, el mecenas de Howard Carter, o un medallón en forma de escarabajo que Rodolfo Valentino regaló a su esposa.

Un documental presentaba los resultados de los estudios radiológicos y escáneres realizados a las siete momias de animales que el museo conserva en sus fondos. Algunas de ellas presentaban fracturas de huesos, posiblemente causadas durante el proceso de momificación, y en el caso de los ibis (aves consideradas sagradas por los antiguos egipcios) podemos distinguir los restos de caracoles que tal vez fueron su última comida o que se colocaron en su interior como ofrenda.