Un puerto abierto al Mediterráneo

Ampurias: la gran colonia griega en Iberia

En torno al año 575 a.C., griegos llegados de Marsella fundaron en el golfo de Rosas una colonia comercial, el más antiguo testimonio de la presencia griega en la Península Ibérica.

La imagen muestra el sector meridional de la Neápolis, con estructuras urbanas producto de la gran renovación urbanística que se llevó a cabo durante el siglo II a.C., ya en época helenística.

Foto: Wikimedia Commons

Entre las diversas ciudades de la antigua Grecia que protagonizaron el gran movimiento de colonización del Mediterráneo, una de las más activas fue Focea, en Asia Menor (la actual Turquía). Según Heródoto, los focenses fueron «los primeros de entre los griegos que utilizaron grandes naves, y descubrieron el Adriático,Tirrenia, Iberia y Tartessos».

En efecto,durante el siglo VII a.C. llegaron a establecer contactos comerciales con las ciudades tartésicas y las factorías fenicias del sur de la Península Ibérica, con la intención de acceder a los ricos recursos metalíferos de la zona. Sabemos por las fuentes antiguas que los focenses crearon una ruta comercial desde el norte del Mediterráneo para acceder a estas zonas ricas en metales. Fue así como fundaron, hacia el año 600 a.C., la ciudad de Massalia (Marsella). Desde allí pasaron a la Península Ibérica, donde establecieron diversos enclaves comerciales en la zona costera, como Emporion (Empúries o Ampurias), Hemeroskopeion (Denia),Alonis (Villajoyosa),Akra Leuké (Alicante) y Mainaké (Málaga).

Vista del lugar que ocupaba la Palaiapolis en una península rocosa erosionada por el tiempo.

Foto: Wikimedia Commons

Poco sabemos, en términos arqueológicos, de todas estas fundaciones griegas en la Península. La única excepción es Ampurias. Su espléndido yacimiento, que se empezó a estudiar científicamente hace ahora justamente un siglo, es el más occidental que se conserva de una colonia griega mediterránea. A través de él se puede reconstituir la vida de una de las ciudades griegas más florecientes de la Península Ibérica –junto a la que se desarrolló desde el siglo I a.C. un núcleo romano no menos próspero– y comprender a la vez lo que significó el fenómeno de la colonización en el Mediterráneo.

LA PRIMERA BASE COLONIAL

Los griegos focenses procedentes de Massalia (Marsella) se instalaron en Ampurias, cerca del pequeño núcleo actual de Sant Martí d’Empúries, hacia el año 575 a.C. En esa época el lugar no estaba desierto ni deshabitado. Las excavaciones arqueológicas han puesto de manifiesto que, antes de la llegada de los griegos, hubo allí un poblado indígena que se remontaba hasta la Edad del Bronce Final (siglo IX a.C.) y que, a lo largo del siglo VII a.C.,este asentamiento estableció una serie de contactos comerciales con griegos, fenicios y etruscos que facilitaron, con posterioridad, el establecimiento colonial griego.

De uno de los santuarios griegos de Ampurias procede la única escultura griega original hallada en la Península Ibérica: el llamado Asclepio o Esculapio de Ampurias. La obra fue localizada en 1909 y fue trasladada al Museo Arqueológico de Barcelona, donde ha permanecido hasta volver a su yacimiento de origen en 2008. Es sabido que las grandes esculturas griegas han llegado hasta nosotros a través de copias romanas y que se conservan contados ejemplos de estatuas originales griegas. Una de ellas es esta estatua identificada con el dios de la Medicina, Asclepio.
 

Foto: Wikimedia Commons

El primer núcleo colonial griego de Emporion fue conocido por los mismos antiguos como la Palaiápolis, es decir, «la ciudad antigua». Se hallaba situado en un pequeño istmo que se adentraba en el mar, y que en la Antigüedad parecía una isla, junto a la desembocadura de dos ríos, el Ter y el Fluvià, que regaban la tierra con sus aguas dulces y posibilitaban la penetración hacia el interior y el contacto con las comunidades indígenas. Además, el pequeño istmo cerraba por el norte una hondonada natural, apta para la instalación de un puerto marítimo en la ruta comercial griega que unía Massalia con el sur de la Península Ibérica.

El mismo nombre de la ciudad, Emporion (que en griego significa «mercado»), testimonia el carácter mercantil del asentamiento y su principal razón de ser. La colonia, en efecto, era un mercado donde los comerciantes griegos facilitaban a las comunidades indígenas todo tipo de productos manufacturados (perfumes, cerámicas, joyas, tejidos...) a cambio, principalmente, de cereales y metales. En Emporion también se intercambiaban ideas, nuevas técnicas y modas artísticas. Por Ampurias se introdujo en la Península el uso de la moneda, el alfabeto, la escritura y el torno cerámico, entre otras innovaciones de la civilización antigua.

LA CIUDAD NUEVA

Poco después del primer asentamiento griego en la Palaiápolis, los emporitanos establecieron, hacia mediados del siglo VI a.C., un nuevo núcleo urbano al sur de la hondonada portuaria: la Neápolis o «ciudad nueva», tal como la denominó el primer director de las excavaciones, Josep Puig i Cadafalch. A partir de este momento, Emporion quedó compuesta por dos núcleos urbanos, la Palaiápolis y la Neápolis, que controlaban por el norte y por el sur la pequeña bahía portuaria.

Junto a las murallas de la Neápolis (en la imagen) los griegos construyeron cisternas y casas adosadas al muro.

Foto: Wikimedia Commons

El sector urbano de la Neápolis, con una extensión de unas 5 hectáreas, es bien conocido, dado que fue excavado en su totalidad entre 1908 y 1936. Esos estudios y los que se han realizado posteriormente demuestran que las actividades comerciales de Emporion constituyeron, sin duda alguna, el motor económico de la ciudad y lo que propició su crecimiento urbano. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz numerosos objetos ligados a la actividad comercial.

Carta sobre plomo de un mercader focense encontrada en Ampurias. 530-500 a. C. Museo de Arqueología de Cataluña (MAC-Empúries).

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Entre ellos destaca una carta sobre plomo de finales del siglo V a.C., escrita en dialecto jonio, en la que un comerciante de origen focense da una serie de instrucciones a un representante suyo radicado en Emporion sobre unos negocios que debe realizar en una ciudad indígena denominada Saighonte. Sin duda, las relaciones e intercambios con los habitantes del territorio más cercano, pertenecientes a la tribu ibérica de los indiketes –cuya supuesta capital, Indika, todavía no se ha localizado–, constituyeron una base importante de las transacciones comerciales de los griegos emporitanos.

UNA CIUDAD EN EXPANSIÓN

La creciente prosperidad de Emporion se manifiesta en el auge urbanístico que experimentó la ciudad hasta llegar a su máxima expansión en época helenística, en el siglo II a.C., precisamente cuando ya formaba parte de la provincia romana de la Hispania Citerior. La ciudad se alió con Roma durante la segunda guerra púnica e incluso el puerto de Ampurias sirvió de base de desembarco al ejército romano comandado por Cneo Cornelio Escipión en el año 218 a.C., con el objetivo de cortar la retaguardia y los suministros al ejército púnico comandado por Aníbal, que se encontraba en Italia. El desembarco en Ampurias marcó el inicio de la ocupación romana de la Península Ibérica.

Giovanni Battista Tiepolo - Scipio Africanus Freeing Massiva - Google Art Project

Giovanni Battista Tiepolo - Scipio Africanus Freeing Massiva - Google Art Project

Escipión perdonando a Massiva, óleo por Giovanni Battista Tiepolo 1719. Museo de Arte Walters.

Finalizada la segunda guerra púnica, una vez se produjo la división administrativa de Hispania en las provincias Citerior y Ulterior (197 a.C.), la ciudad griega no sólo mantuvo su autonomía política, sino que se convirtió en vía de entrada del comercio itálico en el noreste de la Península. Este hecho inauguró un período de gran esplendor económico que le permitió efectuar profundas reformas urbanísticas. Así, a mediados del siglo II a.C. se levantaron nuevas murallas y se reformó el acceso principal a la población desde su área meridional.También se remodeló el sector de los santuarios de la ciudad ubicados en la misma zona sur, junto a una pequeña plaza de distribución urbana; se trataba de una serie de templos, altares y pórticos dedicados, seguramente, a divinidades relacionadas con la salud.

Con la llegada de los Romanos la ciudad vivió un período de prosperidad en el cual se construyó un amplia plaza pública y la Stoa (en la imagen).

Foto: Wikimedia Commons

Junto a esta reforma de los santuarios emporitanos, a mediados del siglo II a.C. se construyó una gran plaza pública (ágora), de forma rectangular, delimitada por pórticos en sus lados sur, este y oeste, y cerrada en su lado norte por la Stoa, un gran edificio porticado destinado a las actividades comerciales y mercantiles de la ciudad. Este conjunto formado por el ágora y la stoa reafirma el carácter griego de Emporion, dado que sus esquemas arquitectónicos son los mismos que la stoa norte de Priene (en Asia Menor) o la de Átalo de Atenas, construidas ambas a mediados del siglo II a.C. Finalmente, también en esta época se ampliaron y reformaron las estructuras portuarias de Ampurias, como demuestra el malecón helenístico que cerraba la Neápolis por su sector oriental y que todavía se conserva.

Al ser un puerto mercantil las influencias y religiones helenísticas llegaron rápidamente a Ampurias, que contaba con un templo dedicado a los dioses egipcios Isis y Serapis.

Foto: Wikimedia Commons

En la trama urbana de la Neápolis, tal como ha llegado hasta nosotros, pueden observarse las casas de los antiguos emporitanos de los siglos II y I a.C., con inscripciones de salutación en griego; las pequeñas tiendas y los mercados que formaban parte de la actividad comercial diaria de la ciudad, o las industrias de todo tipo que contribuían a su economía, como una pequeña factoría de salazones de pescado, seguramente ya del siglo I d.C.

LLEGAN LOS ROMANOS

A partir del siglo II a.C., junto a la Emporion griega se desarrollaría un nuevo núcleo urbano: la romana Emporiae. Después de su desembarco en 218 a.C., los ejércitos romanos pasaron aTarraco (Tarragona), donde erigieron las construcciones romanas más antiguas que se conservan fuera de Italia: las imponentes murallas de la parte alta de la ciudad. Al término de la guerra, y una vez incorporadas las nuevas provincias hispanas a Roma en el año 197 a.C., se produjo una gran rebelión indígena en la zona del Ampurdán.

 Mosaico de una casa romana de Ampurias. Tras la alianza de la griega Emporion con Roma durante la segunda guerra púnica, se desarrolló junto a la ciudad griega un núcleo romano. Las dos poblaciones acabaron fusionándose en el siglo I a.C.

Foto: Wikimedia Commons

Para sofocarla, Roma volvió a enviar por el puerto griego de Emporion un ejército consular, en el año 195 a.C., a las órdenes del cónsul Marco Porcio Catón. Controlada la revuelta, los romanos instalaron en Ampurias un campamento militar estable (praesidium) en la parte más elevada de la topografía emporitana, al oeste de la ciudad griega. Este campamento militar sería la base de una nueva ciudad romana, construida a inicios del siglo I a.C., de forma totalmente ortogonal (cuadriculada), con una extensión aproximada de 22,5 hectáreas.

En la actualidad se conserva el foro, las termas públicas, dos grandes domus o casas romanas, el anfiteatro, la palestra y parte del recinto defensivo. En e��poca de Augusto se produjo la unificación de los diferentes núcleos emporitanos –los dos griegos y el romano– para formar una única ciudad y una sola realidad política y jurídica: el municipium Emporiae, que perduraría durante toda la época romana altoimperial. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en la ciudad romana y las inscripciones halladas demuestran que el período de máximo esplendor de Emporiae abarca principalmente desde el siglo I a.C. hasta la época flavia (último cuarto del siglo I d.C.).

EL DECLIVE DE AMPURIAS

Así, por las inscripciones sabemos que la ciudad eligió como patronos a los más eminentes colaboradores de César, empezando por el mismo Domicio Calvino, el gran general que había sido el artífice de la sonada victoria sobre los pompeyanos en Farsalia, en el año 48 a.C. A los senadores próximos a César les siguió Agripa, el yerno y general de Augusto, que en 18 a.C. fue nombrado patronus de la colonia.

Una réplica de la estatua de Esculapio da hoy la bienvenida a los visitantes del yacimiento.

Foto: Wikimedia Commons

En la fase de los Julio-Claudios (14- 68 d.C.), Emporiae no dejó de tributar ni de rendir homenaje a los emperadores, dentro de la institución del culto imperial que, además de su faceta eminentemente propagandística, fue uno de los caminos más eficaces para la promoción personal y el acceso a las más altas magistraturas ciudadanas. Sin embargo, a partir de la época flavia Emporiae entró en un proceso de regresión económica y demográfica que produjo el abandono paulatino de toda la ciudad romana y de la Neápolis.

A partir del siglo IV d.C., Ampurias quedó reducida al núcleo de la Palaiápolis. En unas circunstancias sociales y políticas muy distintas a las de su período de esplendor, la ciudad fue sede episcopal durante toda la Antigüedad Tardía y capital del condado medieval de Ampurias. Paradójicamente, fue el abandono de la ciudad romana y del sector de la Neápolis griega lo que permitió que se conservaran los preciosos restos de la antigua ciudad, testimonio único de la obra civilizadora de griegos y romanos en la Península Ibérica.

Para saber más

Emporion

Los pueblos autóctonos de la península Ibérica antes de la llegada de los romanos

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