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Amenhotep I fue un faraón muy querido. Fue hijo del recordado Amosis, el rey que expulsó a los odiados hicsos de Egipto y fundó la dinastía XVIII. De hecho, Amenhotep fue adorado como un dios tras su muerte, junto a su madre, la reina Ahmosis Nefertari, Gran Esposa Real de Amosis. Ambos, madre e hijo, recibieron culto en el poblado de Deir el-Medina, donde vivían los constructores de las tumbas del Valle de los Reyes. Todo ello ha hecho pensar que el monarca fue el impulsor del valle como necrópolis real, aunque no se ha hallado aquí (ni en ningún otro lugar) su tumba, pero no así su momia, que fue descubierta en el escondrijo de Deir el-Bahari, junto a las de otros grandes faraones, en 1881. De hecho, la momia de Amenhotep I (1514-1494 a.C.) fue descubierta por los arqueólogos con varias guirnaldas de flores dispuestas sobre ella y con el rostro y los hombros cubiertos con una bella máscara funeraria, elaborada con piedras de colores engastadas. Pero dada su fragilidad, la momia del faraón nunca ha sido desenvuelta, por lo que no ha podido ser prácticamente estudiada. Hasta ahora.

Imagen de TC frontal tridimensional de la parte inferior del torso y las extremidades superiores de la momia de Amenhotep I. El antebrazo derecho está flexionado a la altura del codo y cruza la parte inferior del abdomen transversalmente.
Foto: Saleem /Hawass
Una extraña momificación
El Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto acaba de hacer público un estudio que ha sido llevado a cabo por el mediático egiptólogo Zahi Hawass y la especialista en radiología de la Universidad de El Cairo, y miembro del Proyecto Momias Egipcias, Sahar Saleem, y que acaba de publicarse en Frontiers Journal of Medicine. El artículo aporta valiosa información sobre la momia de Amenhotep I que se ha logrado obtener gracias a la exploración mediante Tomografía Computarizada Tridimensional (TC) a que ha sido sometida y que ha permitido a los investigadores observar su interior de un modo no invasivo, aunque no han podido determinar aún la causa de su muerte.

Imagen frontal y lateral en TC tridimensional del rostro desenvuelto digitalmente de la momia Amenhotep I.
Foto: Saleem /Hawass
Amenhotep I fue embalsamado con los antebrazos cruzados sobre el pecho. Fue el primer faraón en ser momificado de este modo. Asimismo hay algo que ha sorprendido a los investigadores: no se retiró el cerebro del rey durante la momificación.
Los resultados del estudio muestran que Amenhotep I fue embalsamado con los antebrazos cruzados sobre el pecho. En realidad fue el primer faraón en ser momificado de este modo. Asimismo hay algo que ha sorprendido a los investigadores: no se retiró el cerebro del soberano durante el proceso de momificación. "El hecho de que la momia de Amenhotep I nunca se hubiera desenvuelto en tiempos modernos nos brindó una oportunidad única: no sólo estudiar cómo había sido momificado y enterrado originalmente, sino también cómo había sido tratado cuando fue enterrado de nuevo, siglos después de su muerte, por los altos sacerdotes de Amón", ha dicho Saleem en referencia al segundo entierro del monarca en el escondrijo de Deir el-Bahari, cuando fue retirado de su tumba original por los sacerdotes de Amón, en un momento en el que en Egipto reinaban los faraones de la dinastía XXI, para protegerlo a él y a otras momias reales de los saqueadores de tumbas que en aquel período asolaban el valle.
Una momia "restaurada"
"Al desenvolver digitalmente la momia y 'despegar' sus capas virtuales –la máscara facial, las vendas y la propia momia– pudimos estudiar a este faraón tan bien conservado con un detalle sin precedentes. Demostramos que Amenhotep I tenía aproximadamente 35 años cuando murió. Medía aproximadamente 1,69 cm de altura, estaba circuncidado y tenía una buena dentadura. Entre las vendas se dispusieron 30 amuletos y un cinturón compuesto por 34 cuentas de oro. Debía de haberse parecido físicamente a su padre: tenía un mentón estrecho, una nariz pequeña y estrecha, pelo rizado y dientes superiores ligeramente salientes. No pudimos encontrar ninguna herida o desfiguración causada por una enfermedad que justificara la causa de la muerte, salvo numerosas mutilaciones post mortem, presumiblemente realizadas por los ladrones de tumbas tras su primer entierro. Sus entrañas habían sido retiradas por los primeros embalsamadores, menos el cerebro y el corazón", explica la egiptóloga.

Imagen de TC tridimensional de los dientes de Amenhotep I. La vista frontal muestra un conjunto completo de dientes sanos.
Foto: Saleem /Hawass
Medía aproximadamente 1,69 cm de altura, estaba circuncidado y tenía una buena dentadura. Entre las vendas se dispusieron 30 amuletos y un cinturón compuesto por 34 cuentas de oro.

Vista lateral derecha de la momia de Amenhotep I envuelta en lino y cubierto con guirnaldas de flores y una máscara funeraria. (B) Imagen de la máscara realizada en madera pintada y cartonaje.
Foto: Saleem /Hawass
Por otra parte, en su estudio, Hawass y Saleem rebaten su propia teoría respecto a las intenciones de los sacerdotes de la dinastía XXI para restaurar y volver a vendar las momias de los antiguos reyes. Los investigadores sugirieron que lo que éstos pretendían era reutilizar el material funerario real para el entierro de faraones posteriores. Algo que en el presente estudio descartan: "Demostramos que, al menos en el caso de Amenhotep I, los sacerdotes de la dinastía XXI repararon con cariño las heridas infligidas por los ladrones de tumbas, devolvieron a su momia su antiguo esplendor y conservaron las magníficas joyas y amuletos en su sitio", concluyen los egiptólogos.
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