El sultán Alauddin, que vivió en la India del siglo XIV, no es muy conocido en Occidente, aunque, en realidad, su reinado y su vida nada tienen que envidiar a los emperadores más famosos y ambiciosos que el mundo ha dado, tanto en Roma como en China. Alauddin dio un golpe de mano y fue el responsable de unificar la mayor parte de la India. También dictó leyes de gran dureza contra sus súbditos hindúes y favoreció a los musulmanes, rechazó los repetidos intentos mongoles de invadir la India, saqueó Afganistán al frente de sus tropas y se mostró implacable con todo aquel que creía que podía suponer una amenaza para sus ambiciones. Sus ansias de gloria le llevaron incluso a autoproclamarse el "segundo Alejandro Magno".
Alauddin era sobrino y yerno de su predecesor, Jalaluddin, fundador y primer sultán de la dinastía Khalji, que gobernó el sultanato de Delhi desde 1290 hasta 1320. Cuando Jalaluddin se convirtió en sultán tras derrotar a los mamelucos, encumbró a Alauddin, quien, tras reprimir una revuelta contra su suegro, obtuvo los cargos de gobernador de Kara en 1291 y de Awadh en 1296. Pero Alauddin era sumamente ambicioso y no se conformó con tan simple destino. Ese mismo año, 1296, inició una revuelta contra su suegro, al que asesinó, consolidándose, de este modo, como nuevo sultán de Delhi.
Las enemistades de Alauddin
El verdadero nombre de Alauddin era Ali Gurshasp, y aunque los cronistas contemporáneos no hablan mucho acerca de su infancia sí sabemos que nació en Delhi entre los años 1266 y 1267 y que tenía tres hermanos: Almas Begh, Qutlugh Tigin y Muhammad. Alauddin y Almas contrajeron matrimonio con las dos hijas de su tío Jalaluddin mucho antes de que este accediera al trono. Finalmente, cuando Jalaluddin se convirtió en sultán de Delhi premió a su yerno Alauddin con el título de Amir-i-Tuzuk (equivalente a maestro de ceremonias ), mientras que su otro yerno Almas Beg recibió el cargo de Akhur-beg (equivalente a maestro de caballos).
Los cronistas contemporáneos no hablan mucho acerca de la infancia de Alauddin.

Retrato del sultán Alauddin realizado en el siglo XVII.
Retrato del sultán Alauddin realizado en el siglo XVII.
Foto: PD
Pero el matrimonio de Alauddin con Malika-i-Jahan, la hija de Jalaluddin pronto empezó a hacer aguas. Malika era una mujer de fuerte carácter y estaba celosa de Mahru, la segunda esposa de Alauddin. Las discusiones entre la pareja empezaron a ser muy frecuentes y su relación fue deteriorándose, especialmente después de que Malika agrediera a Mahru y Alauddin saliera en su defensa. Las malas relaciones de Alauddin con su familia política alcanzaron también a su suegra, la cual ejercía una gran influencia sobre su marido Jalaluddin. Según cuenta Firishta, un historiador del siglo XVI, fue ella quien advirtió al sultán de que Alauddin planeaba rebelarse contra él y establecer un reino independiente en algún lugar remoto del país.
El principio del sultanato
Sea como fuere, Jalaluddin envió a su sobrino a Kara (una localidad cercana al actual estado indio de Uttar Pradesh) para sofocar una rebelión impulsada por el gobernador Malik Chajju, al cual sustituyó finalmente el propio Alauddin. Una vez en posesión del cargo, y siendo testigos de su desmedida ambición, los emires locales intentaron convencer a Alauddin para que diera un golpe de mano contra su tío. Animado por aquel inesperado apoyo, el nuevo gobernador tomó la decisión que a la postre cambiaría por completo su vida y le haría entrar en la historia. Así, instigado por los partidarios del depuesto Malik Chajju, que hacían hincapié en la necesidad de obtener fondos para poder derrocar a Jalaluddin, Alauddin empezó una campaña contra los reinos hindúes vecinos con el objetivo de apoderarse de sus riquezas.
Los emires locales intentaron convencer a Alauddin para que diera un golpe de mano contra su tío.

Monedas de cobre acuñadas en época de Alauddin.
Monedas de cobre acuñadas en época de Alauddin.
Foto: Drnsreedhar (CC BY-SA 3.0)
Jalaluddin no desconfiaba en absoluto de su yerno, y con la esperanza de recibir un buen botín de manos de Alauddin no emprendió ninguna acción contra él, e incluso, disuadido por su otro yerno, fue a su encuentro con una reducida escolta. Aquel descuido le acabaría costando la vida. Tras el asesinato de su suegro, Alauddin se proclamó sultán, adoptando el título de Alauddunya wad Din Muhammad Shah-us Sultan. Pero tenía que ganarse el apoyo popular. Así, con el objetivo de demostrar a todo el mundo que contaba con ese respaldo, Alauddin repartió enormes sumas de dinero entre todos, incluso entre todos aquellos que en un principio se habían opuesto a él, como una manera de consolidar su poder.
Represión contra los musulmanes
Durante los siguientes quince años, Alauddin libró guerras sin descanso. En el año 1303, los reinos hindúes de Gujarat, Ranthambhor, Chitor y Rajastán ya habían sido sometidos al poder de Delhi, y durante los siguientes tres años, también detuvo el avance de los mongoles hacia la India y restauró la paz en la frontera noroeste. En 1305, Alauddin invadió los reinos de la India central y cuatro años más tarde su ejército había llegado hasta el extremo sur del subcontinente. En el año 1311, Alauddin se había convertido ya en el sultán más rico de la historia del sultanato de Delhi.
En el año 1311, Alauddin ya se había convertido en el sultán más rico de la historia del sultanato de Delhi.

Complejo Qutub Minar, al suroeste de Quwwatu'l-Islam Masjid, el lugar donde se cree que está enterrado Alauddin.
Complejo Qutub Minar, al suroeste de Quwwatu'l-Islam Masjid, el lugar donde se cree que está enterrado Alauddin.
Foto: Indrajit Das (CC BY-SA 4.0)
Alauddin se mostró implacable contra sus enemigos, sofocando todas las rebeliones que se urdieron contra él. Creó un servicio secreto, prohibió las alianzas matrimoniales entre la nobleza sin su permiso expreso y redujo también sus enormes privilegios. Alauddin reformó asimismo el sistema fiscal, reorganizó el ejército y acabó con la corrupción en la entrega de caballos al exigir que estos fueran marcados.
Pero no todos sus súbditos fueron tratados por igual. Los hindúes recibieron un trato más duro y tuvieron que soportar los impuestos más elevados, aunque los musulmanes tampoco se libraron de su rigor. Alauddin, era sunita y emprendió duras acciones contra los chiítas, a quienes acusó de prácticas prohibidas. No les permitió poseer armas, montar a caballo o disfrutar de cualquier otro tipo de privilegio.
Enfermo y paranoico
Los rígidos controles sobre los precios y las riquezas acumuladas durante su reinado permitieron a Alauddin convertirse en un mecenas de las artes y emprender asimismo una enorme actividad edilicia. Eso estimuló la llegada a Delhi de escritores, médicos, astrónomos e historiadores, muchos de ellos procedentes de Bagdad y de Asia Central. Así, bajo el gobierno de Alauddin, Delhi se convertiría en la metrópoli más importante del Oriente musulmán, y muchos de los nuevos edificios que el sultán ordenó levantar, como la mezquita de Jamaat Khana, fueron testimonio de sus grandes logros en arquitectura.
Bajo el gobierno de Alauddin, Delhi se convertiría en la metrópoli más importante del Oriente musulmán.
Pero, finalmente, los lujos y los excesos acabaron minando la salud de Alauddin, que se convirtió en una persona sumamente desconfiada y que veía conspiraciones por todas partes. Con su estado físico y mental muy deteriorado nombró virrey a uno de sus generales llamado Malik Kafur para que eliminara a todos los posibles opositores a su gobierno. Finalmente Alauddin murió en enero de 1316, según algunos como consecuencia de un edema y según otros a manos del ambicioso nuevo virrey, que intentó hacerse con el trono. Sin éxito, puesto que fue ejecutado por orden del hijo y legítimo sucesor de Alauddin, el príncipe Qutbuddin.