'Fake news' de la Antigüedad

Acabar con el enemigo con falsas noticias en la antigua Roma

El profesor de la Universidad de Zaragoza Francisco Pina Polo acaba de publicar un artículo sobre las noticias falsas, similares a las fake news de la actualidad, en la antigua Roma en el contexto de un amplio estudio científico realizado por varias universidades europeas.

Foro romano

Foro romano

Foto: iStock

Varias universidades de Italia y de otros países europeos han puesto en marcha un proyecto de investigación denominado Testimonios falsos, copias, falsificaciones, manipulaciones y abusos del antiguo documento epigráfico, cuyo objetivo es explicar que la propagación de bulos también fue utilizada con fines interesados en la Antigüedad. Francisco Pina Polo, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, forma parte de este proyecto al que ha contribuido con la publicación del artículo titulado "Noticias falsas, desinformación y opinión pública en la Roma republicana".

¿Noticias falsas para acabar con el adversario?

Francisco Pina Polo recuerda en su estudio que la propagación de noticias falsas siempre ha existido y que lo único que ha cambiado ha sido la manera en que éstas se han difundido. Evidentemente, en la actualidad, el poder de la propagación a través de las redes sociales contribuye a que lleguen a un público mucho más amplio y de un modo prácticamente inmediato.

En su artículo, Pina habla de las asambleas populares o contiones de la Roma republicana, que servían "como principal megáfono para la propagación entre la población de ideas, propuestas de ley, anuncios de todo tipo y ataques políticos". Incluso algunos autores romanos como Cicerón ya alertaban de la importancia de los bulos y rumores malintencionados, sobre todo durante las campañas electorales.

Las asambleas populares o contiones de la Roma republicana servían como principal megáfono para la propagación de todo tipo de ideas.

Si bien, como cuenta Pina, el propio Cicerón hizo uso de estas artimañas. Durante su consulado, en el año 63 a.C., Cicerón acusó en varios discursos ante el Senado (las famosas Catilinarias) al senador Catilina de conspirar contra la República y querer hacerse con el poder absoluto, e incluso le acusó de querer prenderle fuego a la ciudad. Todo ello sin aportar prueba alguna, sino mediante la simple y constante reiteración pública del peligro que representaba y su insistencia en su eliminación. O Catilina o Roma. Al final, Cicerón logró su objetivo y Catilina fue ejecutado. "Yo he conservado íntegra la ciudad y sanos y salvos a los ciudadanos", exclamó con orgullo el famoso orador.

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Otro ejemplo dado por Pina es el que relata Plutarco cuando, en el año 49 a.C., corrió la voz de que Julio César se dirigía a Roma desde la Galia al frente de un gran y poderoso ejército (que en realidad no era tal) para atacar a Pompeyo y hacerse con el poder. La noticia provocó el caos en Roma y muchos senadores y notables, entre ellos el propio Pompeyo, huyeron de la ciudad "ante la imposibilidad de de conseguir información fidedigna sobre las tropas del enemigo", apunta el investigador.

También Octaviano, el futuro emperador Augusto, hizo uso de todo tipo de artimañas para destruir la reputación de su gran enemigo Marco Antonio, al que mostró como un "lacayo del Cleopatra, absorbido por el lujo oriental". Pudo así crear una atmósfera contraria a su rival y a la reina de Egipto para poder justificar ante la opinión publica su declaración de guerra, que, como es sabido, acabó con la muerte de los dos amantes y la conquista de Egipto, que pasaría a convertirse en una nueva provincia romana.

Octaviano mostró a su gran enemigo Marco Antonio ante la opinión pública romana como un "lacayo del Cleopatra, absorbido por el lujo oriental".

"Hay por lo general una estrecha relación entre bulo, rumor y miedo. El miedo suele desembocar en enfado, incluso odio. La indignación activa el deseo de castigar a quien ha sido identificado como enemigo. El bulo entendido como noticia está en el origen del rumor que permite modelar la opinión pública y contagiar el pánico, a partir del cual era factible en Roma justificar la muerte de Graco [acusado de querer convertirse en un tirano por haber aceptado presuntamente una diadema real del rey Átalo III de Pérgamo], la represión de Catilina y sus seguidores o la guerra contra Antonio y Cleopatra", concluye Pina. Al parecer, no hay nada nuevo bajo el sol.

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