Libertad para todos

La abolición de la trata de esclavos por Inglaterra en 1807

En la década de 1780, una campaña de discursos, panfletos y boicots concienció a los ingleses de la injusticia del tráfico con seres humanos, que fue finalmente prohibido en 1807

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La abolición de la esclavitud en las colonias francesas, en 1848. Así la recreó François-Auguste Biard en un óleo pintado en 1849. Palacio de Versalles.

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En 1765 un esclavo negro adolescente, que había llegado a Londres desde Barbados con su dueño, fue golpeado por éste casi hasta la muerte y abandonado en una calle de la capital inglesa. Granville Sharp, un médico que atendía gratis a los pobres de Londres, curó al herido y logró que se recuperara. Pero dos años después el dueño vio a su antiguo esclavo por la calle y lo secuestró para venderlo de nuevo. Sharp recurrió a la justicia para impedir aquel atropello y logró que el joven esclavo recuperara la libertad. 

Granville Sharp era un cristiano piadoso, con ideas democráticas típicas de la Ilustración. Se convenció de que la esclavitud era inmoral y, además, de que había leyes en el derecho inglés que la prohibían. Por ello, decidió apoyar a otros esclavos negros de Londres que reclamaron la libertad. En 1772, el juicio por uno de ellos, James Somerset, despertó enorme expectación.

Cuando el juez falló a favor de la libertad de Somerset, todos lo interpretaron como un reconocimiento de que la esclavitud en las islas Británicas era ilegal. El poeta William Cowper escribió: «Los esclavos no pueden respirar en Inglaterra; / en cuanto sus pulmones reciben nuestro aire, se liberan». Desde entonces ya no fue posible ver carteles en Londres anunciando «candados de plata para negros o perros». 

William wilberforce

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El abolicionista William Wilberforce retratado por Anton Hickel. Wilberforce House, Hull.

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Sin embargo, la esclavitud en Gran Bretaña era sólo una parte del problema, la más pequeña. En el siglo XVIII había surgido un enorme sistema económico basado en el tráfico de esclavos desde África a las colonias inglesas y francesas del Caribe, donde eran explotados en plantaciones de azúcar, té, café, tabaco y algodón. A Gran Bretaña estas colonias le generaban cinco o diez veces más beneficios que territorios mucho mas extensos como Canadá o las trece colonias que luego formarían Estados Unidos. Abolir una institución tan rentable y que, además, había existido siempre en la historia parecía casi imposible. 

¿Es lícito esclavizar a alguien? 

En la década de 1780, un grupo de idealistas ingleses, siguiendo el ejemplo de Granville Sharp, lanzó un gran movimiento de opinión para lograr aquel objetivo. En 1785 la Universidad de Oxford convocó un concurso de ensayo con el tema: «¿Es lícito esclavizar a alguien contra su voluntad?» Lo ganó un estudiante de teología de 25 años, Thomas Clarkson. Tras recoger el premio, Clarkson marchó a Londres, y en el trayecto no podía quitarse el asunto de la cabeza: «Me vino a la mente la idea de que, si los contenidos del ensayo eran ciertos, alguien debía procurar poner fin de una vez a aquellas calamidades». En Londres entró en contacto con Grenville Sharp y otros amigos suyos, en su mayoría cuáqueros, una pequeña secta protestante opuesta desde antiguo a la esclavitud; con ellos fundó el Comité para la Abolición de la Trata de Esclavos. 

Los militantes antiesclavistas decidieron llevar a cabo una campaña de concienciación de la opinión pública. Clarkson hizo un viaje a Bristol y Liverpool, los principales puertos de los barcos negreros británicos, donde recogió información sobre el trato a los esclavos y cómo los jóvenes ingleses eran engañados para que se enrolaran como marineros; en Liverpool estuvo a punto de ser asesinado por unos esbirros de los traficantes. Clarkson contribuyó a que se fundaran comités antiesclavistas locales y se celebraron innumerables reuniones públicas para debatir el tema de la esclavitud, en varias de las cuales se contó con el testimonio personal de antiguos esclavos. 

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El castillo de Cape Coast, en Ghana, podía acoger hasta un millar de esclavos que eran embarcados en navíos negreros con destino a las plantaciones caribeñas.

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Los comerciantes de esclavos y los plantadores reaccionaron contra esta campaña. Uno de ellos se quejaba: «Las imprentas rebosan de panfletos sobre el tema y mi mesa está cubierta de ellos. [...] la corriente de la popularidad avanza en contra nuestra». En respuesta a los abolicionistas algunos advertían del riesgo de una revuelta contra los blancos en el Caribe. Otros, como el agente principal de los plantadores, Banaster Tarleton, afirmaban que «los propios africanos no ponen ningún reparo al tráfico», lo que no era del todo falso pues los reyezuelos africanos también poseían esclavos y comerciaban con ellos. Otros más defendían la trata alegando que era un semillero de buenos marinos para la flota británica. 

La campaña de los grupos antiesclavistas tenía como objetivo último presionar al Parlamento para que decretara la abolición del comercio de esclavos. Para ello, en todas las ciudades del país se recogieron firmas que se presentaron, en forma de peticiones, ante aquella institución. A finales de 1788, más de 60.000 británicos, de todos los lugares y de todas las clases sociales, habían firmado estas peticiones. 

Batalla en el Parlamento 

En el parlamento londinense, un joven diputado se hizo cargo de la causa abolicionista. Se trataba de William Wilberforce, rico terrateniente que era un reaccionario en muchos asuntos, pero también un cristiano evangélico muy piadoso. Wilberforce llegó a la conclusión de que la esclavitud era contraria al cristianismo y que su deber era destruirla. Cuando los plantadores le dijeron que habían beneficiado a los negros sacándolos de África, Wilberforce respondió: «Aunque así sea, no tenemos ningún derecho a hacer feliz a la gente contra su voluntad». 

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Convención de la sociedad antiesclavista en Exeter Hall. Pintura al óleo de Benjamin Robert Haydon, 1841, Galería Nacional de Retratos, Londres.

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Wilberforce, apoyado por el primer ministro William Pitt, inició su campaña parlamentaria en 1789. En colaboración con Clarkson y el Comité para la Abolición de la Trata de Esclavos, trabajó sin pausa día y noche, incluso los domingos, preparando un extenso informe con todas las evidencias que habían reunido. El Comité envió copias a todos los parlamentarios, pero en 1791 la votación en el Parlamento dio 163 votos a favor de la trata, y 88 en contra. 

Entonces las mujeres pusieron en marcha un boicot contra el azúcar caribeño, seguido por más de 300.000 personas. Las ventas cayeron entre un tercio y la mitad. Un abolicionista escribía de un amigo que «su nieto de diez años no prueba el azúcar desde que ha leído el tratado de Fox», en referencia a un panfleto antiesclavista de William Fox. Los abolicionistas resumieron el informe que habían preparado para el Parlamento y lo publicaron como un libro, del que se vendieron miles de ejemplares

Portrait of an African

Portrait of an African

Oiaudah Equiano fue un esclavo africano que vivió en el siglo XVIII. consiguió comprar su libertad y se unió al movimiento británico para la abolición del comercio de esclavos. Escribió una autobiografía que le hizo rico y famoso, en la que manifestó su esperanza de «tener la satisfacción de ver la renovación de la libertad y la justicia» para los negros. 

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En 1792, el primer ministro Pitt logró que la Cámara de los Comunes aprobara la abolición, pero la Cámara de los Lores bloqueó el proyecto. La Revolución francesa provocó en Inglaterra una oleada de censura y represión, lo que debilitó al movimiento abolicionista. Además, en 1791 estalló una gran revuelta de esclavos en Haití, que sería seguida de otras rebeliones por todo el Caribe. Los malos augurios de los esclavistas parecían cumplirse. 

Misión cumplida 

Wilberforce y Clarkson, no obstante, no cejaron, y en 1807 lograron su propósito. Aprovechando que el año anterior, en plena guerra con Napoleón, el gobierno había prohibido a los navíos ingleses llevar esclavos a las colonias francesas, Wilberforce, secundado por otro primer ministro antiesclavista, lord Grenville, persuadió a los parlamentarios para que extendieran la prohibición a todo tráfico de esclavos

The Abolition of the Slave Trade (caricature) RMG PW3932

The Abolition of the Slave Trade (caricature) RMG PW3932

Durante los años de lucha por la abolición de la esclavitud, caricaturistas como Isaac Cruikshank y James Gillray ilustraron en sus obras la crueldad con que los esclavos eran tratados. Estos dos grábados acompañaron la campaña del político William Wilberforce contra la esclavitud en el Parlamento británico. Cruikshank representa una escena en la cubierta de un barco de esclavos, donde una joven negra es suspendida por el tobillo por un marinero británico mientras el capitán se prepara para azotarla.

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La trata había sido abolida, no así la esclavitud. En mayo de 1830 Clarkson y Wilberforce, ya ancianos, participaron en el mitin que lanzó la campaña para la abolición total.

En 1833 el Parlamento aprobó la emancipación. Wilberforce falleció al año siguiente. La emancipación fue efectiva el 1 de agosto de 1838. La medianoche anterior, en una iglesia de Jamaica, el pastor William Knibb y sus feligreses, recordando que en 1562 los ingleses habían llevado el primer esclavo a la isla, metieron un collar de castigo, un látigo y unas cadenas en un ataúd con la inscripción: «La esclavitud colonial. Falleció el 31 de julio de 1838, a la edad de 276 años».