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El 16 de agosto de 1936, hace ochenta años, se celebró la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Berlín, dos años después de la muerte del presidente Hindenburg y del ascenso de Adolf Hitler como canciller y Führer de Alemania. En junio de 1934, Hitler le soltó lo siguiente a un corresponsal británico en Berlín: "Con el riesgo de parecer un charlatán le digo que ¡el movimiento nazi durará 1.000 años!". Diez años y diez meses después de esta declaración, Hitler se suicidó en el búnker de la Nueva Cancillería del Reich, las tropas soviéticas tomaron Berlín y Alemania quedó arrasada. Millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi.
El 16 de agosto de 1936 se extinguió la llama olímpica, pero un fuego mucho más letal asoló Europa tres años después. Los Juegos Olímpicos de Berlín han pasado a la historia por el éxito cosechado por Jesse Owens, un atleta norteamericano de raza negra que con 22 años de edad consiguió cuatro medallas de oro, una hazaña que no sería igualada hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, cuando su compatriota Carl Lewis ganó cuatro oros. Owens fue un fenómeno deportivo que derrumbó el mito de la superioridad de la raza aria. Sin embargo, la propaganda nazi consiguió su objetivo y Alemania lideró el medallero por delante de Estados Unidos.
Jesse Owens, con cuatro medallas de oro, derrumbó el mito de la superioridad de la raza aria
Ochenta años después, la Villa Olímpica de Berlín permanece abandonada en Elstal, al oeste de Berlín, relegada al olvido por los berlineses pero frecuentada por los amantes de los lugares abandonados. La habitación que ocupó Jesse Owens, la número 5, sí que se ha conservado y renovado como un lugar que merece ser recordado. Los edificios de la Villa Olímpica muestran un aspecto decadente, pero conservan el hechizo del pasado: los alojamientos de los deportistas; la Casa de las Naciones, que era el comedor principal; el anfiteatro, el gimnasio, los vestuarios, la piscina cubierta... Una inscripción en la entrada del recinto decía: "Der Jugend Der Welt" ("A los jóvenes del mundo"). La Villa Olímpica funcionó como academia militar y como hospital de heridos durante la Segunda Guerra Mundial y, tras la disolución del nazismo, fue ocupada por el bando soviético, que instaló un centro de interrogación y de tortura.
Las evocadoras imágenes de la Villa Olímpica en estado de abandono han sido tomadas por el fotógrafo Ciarán Fahey, autor del blog Abandoned Berlin y autor de un libro homónimo, quien narra su visita con las siguientes palabras: "Ruidos extraños provenían de abajo, después de arriba: la madera chirriante, el empapelado susurrante, el gemido de las puertas, un golpeteo metálico... A pesar de todo continué explorando cada habitación, tomando nuevas fotos del papel pintado de las paredes... No encontré nada destacable, pero me sentía cautivado: por todos lados esa fascinante monotonía, maravillas mundanas; por todos lados una historia desesperada por ser contada. ¿Quién vivió ahí? ¿Qué hicieron? ¿Dónde están ahora?".