Hace justo 25 años se descubrió un lugar que escondía mucha historia sobre la desconocida civilización Caral. Aprovechamos para hablar con la doctora Ruth Shady, responsable de la zona arqueológica y una eminencia de la cultura Caral, quien rememora los inicios de la excavación del yacimiento, unos trabajos en los que ella ha participado desde el principio.
Las investigaciones en Caral empezaron en el año 1994 y Ruth Shady, en aquel entonces docente de la Escuela de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos, cuenta como "invité a participar a un pequeño grupo de tres arqueólogos, que habían sido mis estudiantes, y con ellos salíamos de Lima hacia el valle de Supe los viernes en la tarde, después del horario de trabajo, y retornábamos el domingo. Yo manejaba mi pequeño Volkswagen, donde llevábamos carpa, balón de gas, una pequeña cocina, además de los materiales necesarios para hacer la prospección arqueológica en el valle durante el día. Donde nos daba la noche nos instalábamos y hacíamos nuestra comida".
Para llevar a cabo su trabajo, los arqueólogos usaron como guía el inventario y catastro del patrimonio arqueológico del valle de Supe, que había sido realizado en 1979 por el arquitecto Carlos Williams y el arqueólogo Francisco Merino.
"Salíamos de Lima hacia el valle de Supe los viernes en la tarde, después del horario de trabajo, y retornábamos el domingo" explica Shady
Primeras excavaciones y apoyo institucional
En 1996, se iniciaron las excavaciones propiamente dichas en el lugar, que entonces se llamaba Chupacigarro. Shady recuerda los problemas con que se encontró en esos momentos: "La dificultad que tenía que abordar era la falta de recursos económicos. Decidí comunicarme con la investigadora Betty Meggers, que había sido mi asesora durante el año que hice una pasantía de investigación en el Smithsonian Institution, y ella se mostró muy interesada ante el planteamiento del problema de investigación y la propuesta de interpretación que le hice; y me ayudó a presentar un proyecto a National Geographic para la obtención del apoyo económico que nos permitiera sustentar nuestro primer diagnóstico temporal. Con ese fondo económico iniciamos las excavaciones en Caral. Con los datos obtenidos, que ratificaba mi propuesta, hice al año siguiente, en 1997, dos publicaciones: un artículo remitido a la revista francesa Archeologie y un libro, editado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos".

El yacimiento arqueológico de Caral se convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2009
Foto: Zona Arqueológica Caral
El rector de la universidad, Manuel Paredes, ayudó a la arqueóloga, que desde 1999 era directora del Museo de Arqueología y Antropología. En Caral trabajaron estudiantes voluntarios, y los resultados de las excavaciones se publicaron en una serie de artículos en la revista Arqueología y Sociedad. También recibieron ayuda de empresas privadas, como Lima Tours, que prestó a los arqueólogos un local –sin coste alguno durante cinco años– para estudiar los materiales procedentes de las excavaciones.
Los arqueólogos también recibieron ayuda de empresas privadas para continuar con su trabajo arqueológico
Ruth Shady alaba también la colaboración de las autoridades peruanas en la continuidad del trabajo de investigación, "pues cumplimos 25 años, debido al reconocimiento que le dieron el ministro de Educación, Marcial Rubio y el Presidente de la República del Perú, Valentín Paniagua, al visitar Caral en 2001 y comprender su significado e importancia.
Desde entonces, hemos recibido presupuesto anual del Estado peruano, que ha hecho posible que estemos investigando en 12 asentamientos de la civilización Caral, para conocer el sistema social de esta civilización, su organización social, económica, política; comprender su desarrollo precoz en América, el prestigio alcanzado a lo largo de un milenio y las causas de su crisis y colapso".
Un proyecto monumental
En la actualidad, los arqueólogos que excavan en Caral y en los yacimientos aledaños pertenecientes a esta cultura están investigando diversos aspectos de la organización social y política de esta civilización y la relación que hubo entre los diversos centros urbanos. También se pretende saber más sobre los conocimientos y tecnologías que aplicaron los Caral, por ejemplo en agricultura, como es el caso de la producción de algodón de varios colores.
El estudio del cambio climático que acabó con la civilización Caral también es prioritario. De hecho, la población de San Nicolás de Supe ha hecho donación a los arqueólogos de nueve hectáreas durante 99 años para que se pueda establecer, tal como explica Ruth Shagy, "un Centro Cultural y de Desarrollo Social, donde habrá un museo, un centro de formación en conservación del patrimonio cultural y de instrucción en agricultura ecológica y en otros aspectos para contribuir con el desarrollo de las poblaciones. Para lo expuesto, se requieren recursos, ya se elaboró el diseño, estamos en proceso de buscar apoyo para hacer el expediente técnico y saber los costos, de modo que podamos buscar los fondos económicos dentro y fuera del país".
Estudiar el devastador cambio climático que acabó con la civilización Caral es prioritario para los arqueólogos en la actualidad
Un gran proyecto con apoyo institucional
En suma, todo un gran proyecto de investigación y desarrollo de la región que llena de orgullo a sus promotores. No en vano cuenta la doctora Shady: "No imaginé los logros que alcanzaríamos con la investigación, conservación y difusión de esta importante civilización; y las afrentas de algunas personas, llevadas por el ánimo de expropiar, deslucir u obstaculizar nuestro trabajo. Pero frente a todo, animados por los valores sociales y culturales de la civilización Caral, seguimos en el esfuerzo con perseverancia y el año 2009 UNESCO, en la reunión de los representantes de países integrantes, designó a la Ciudad Sagrada de Caral como Patrimonio Mundial".
La celebración de este importante aniversario culmina con la muestra Los valores de la civilización Caral: reflexiones para el buen vivir que se expone en el Ministerio de Cultura, en Lima, y que a través de 600 objetos hace un recorrido por los hitos más importantes de esta enigmática civilización.
Parece que la arqueología goza de buena salud en Perú. ¡Brindemos por otros 25 años más (por lo menos)!