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Las excavaciones realizadas a lo largo de siete años en un predio ubicado a espaldas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México han dejado al descubierto los restos del principal templo dedicado a Ehécatl, el dios mexica del viento, y una esquina del principal campo de juego de pelota de la antigua Tenochtitlán, según informó ayer el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. Ambos edificios, separados por poco menos de siete metros, estuvieron en funcionamiento desde 1481 hasta 1519, coincidiendo con la llegada de los conquistadores españoles, quienes los acabaron desmantelando paulatinamente para construir la capital virreinal.
El equipo del Programa de Arqueología Urbana (PAU), supervisado por Raúl Barrera, ha detectado una estructura rectangular de 34 a 36 metros de longitud, con dos cuerpos circulares adosados en su parte posterior, el mayor de 18 metros de diámetro. El templo dedicado al dios del viento, mencionado en las crónicas de los frailes Durán y Torquemada, imitaba la boca de una serpiente porque "su acceso y el templo en sí eran la representación de este animal", según Barrera. Ehécatl era una divinidad que barría los cielos con sus vientos benignos y atraía la lluvia.
El PAU también ha liberado una plataforma de nueve metros de ancho perteneciente al antiguo campo de juego de pelota, además de los restos de una escalinata por la que debieron de ingresar los participantes o combatientes de este complicado juego practicado en la vida social y religiosa. "Las fuentes históricas refieren que Hernán Cortés conoció el Recinto Sagrado de Tenochtitlán en compañía del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, quien le enseñó los principales edificios e incluso se dice que tuvo la oportunidad de observar el desarrollo de un juego de pelota, muy probablemente en la cancha principal", comenta Barrera.