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Surgidos durante la conversión de Gran Bretaña al protestantismo durante el siglo XVI los puritanos fueron una rama muy radical de la nueva Iglesia de Inglaterra que tenía como objetivo establecer una nueva sociedad regida por la Biblia sin las supersticiones y tradiciones del pasado.
Entre estas costumbres figuraba de forma prominente la Navidad, una fiesta que muchos puritanos veían con sospecha por sus raíces paganas (basadas en la saturnales romanas y el Yule vikingo), como por las connotaciones católicas derivadas de la presencia de santos como Nicolás y la Virgen María, figuras cuyo culto era para ellos simple idolatría.
Un festival papista
Las Navidades eran una fiesta extremadamente popular en la Inglaterra del siglo XVII, alcanzando su máxima expresión durante el período Tudor, en el que el rey celebraba banquetes durante doce días desde Nochebuena hasta Año Nuevo amenizados con conciertos y bailes. Sus súbditos lo imitaban en sus casas y pronto surgió la figura del Señor del Desgobierno, un maestro de ceremonias que daba la vuelta al orden social durante los festejos inventando bromas y actividades, en los que hombres y mujeres intercambiaban sus vestidos e iban puerta por puerta exigiendo regalos y dulces en un antiguo precedente del actual Halloween.

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La fiesta de san Nicolás. Así representó una típica celebración navideña del siglo XVII el pintor holandés Jan Steen. Rijksmuseum, Amsterdam.
Foto: Wikimedia Commons
Estas dos semanas de hedonismo eran anatema para los protestantes más rigurosos, que denunciaban la Navidad como “esa misa del anticrsisto” celebrada por “instigadores de misas y papistas”; una fiesta que en vez de conmemorar a Cristo “lo olvidaba completamente, dando libertad a placeres carnales y sensuales”. Además se trataba de una celebración no canónica, pues no aparecía por ningún lado en la Biblia, y se creía que era un añadido posterior de los padres de la Iglesia Católica, para vincular el nacimiento de Jesús con el calendario religioso romano a fin de conseguir adeptos.

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El Parlamento reunido para el juicio del conde Thomas Wentworth en 1641. Grabado por Wenceslaus Hollar.
Foto: Cordon Press
Afortunadamente para la Navidad el puritanismo era un movimiento minoritario, y no se convirtió en predominante hasta la Guerra Civil Inglesa (1642-1651), cuando en medio de un ambiente de penurias y exaltación religiosa se hicieron con el poder a base de purgar a los realistas y moderados del Parlamento.
Así, imitando a los escoceses (que ya habían prohibido esta fiesta en 1640), los partidarios de Cromwell iniciaron la regeneración espiritual de Inglaterra con la persecución de las costumbres consideradas impuras, entre ellas las desenfrenadas celebraciones que falsamente conmemoraban el nacimiento del Redentor.
Cancelar la Navidad
La primeras medidas se tomaron en 1645 con la prohibición por ley de la celebración de oficios especiales en Pascua y Navidad según el Directorio de Culto Público, una nueva reglamentación puritana que eliminaba los elementos católicos que quedaban en la Iglesia de Inglaterra, en línea con las austeras misas del presbitermanismo escocés.
A esta primera ley le siguió otra más definitiva en 1647 que prohibía las decoraciones navideñas de hiedra y muérdago, la celebración de banquetes, cantar villancicos y cualquier tipo de actividades fuera de lo común. En esencia la Navidad pasaría a ser una fecha más del calendario, y se establecieron multas para los que cerraran sus negocios en ese día hasta entonces tan señalado.

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Prohibido divertirse. Un gobernador puritano multa a un grupo de hombres por tomar parte en juegos navideños. Grabado de Howard Pyle realizado en 1883. Colección Granger, Nueva York.
Como era de esperar tan impopular ley provocó revueltas por todo el país, destacado especialmente la de los estudiantes de teología de Canterbury, que destrozaron los escaparates de las tiendas que abrieron el 25 de diciembre. El ejército tomó las calles para imponer la prohibición y se popularizó la balada El Mundo al Revés que rezaba: “desde los tiempos de Herodes, César y muchos más, nunca se ha escuchado cosa parecida; los días sagrados son odiados, y una nueva moda inventada; la Navidad ha sido de la ciudad expulsada”.

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Portada del Mundo del Revés, en este panfleto además de defender la Navidad se denunciaban los abusos del represivo gobierno puritano.
Foto: Cordon Press
Las medidas represivas se endurecieron en 1652 con la aprobación de nuevas multas contra los que contravenían la prohibición, de modo que la Navidad pasó a ser una fiesta clandestina reservada al ámbito privado. Con todo esta legislación no parece que tuviera demasiado efecto, pues un obispo se quejaba en 1655 de que “aunque se les permite a muchos ofrecer sus sacrificios a la iglesia bajo techo privado, no he oído que ninguno sea molestado por hacerlo”; y unos años más tarde los propios miembros del Parlamento denunciaban que las fiestas de Nochebuena de sus vecinos les impedían dormir pese a estar teóricamente legalizadas.

Frontispiece to ''The Vindication of Christmas'' by John Taylor, 1652
En esta caricatura de 1653 un soldado puritano cierra el paso al Padre de la Navidad mientras un ciudadano le invita a entrar. Portada de "la Vindicación de la Navidad", publicado en Londres por John Taylor.
Foto: Cordon Press
En 1659 la prohibición saltó el Atlántico cuando fue aprobada por la colonia norteamericana de Massachusetts, una región con fuerte presencia puritana desde la llegada de los primeros refugiados religiosos a bordo del Mayflower a sus costas en 1620. Desterrada de la vida pública, no sería hasta la restauración de la monarquía con Carlos II en 1660 que la Navidad volvería a celebrarse, decorando las calles y hogares de Inglaterra hasta nuestros días.